Capítulo XVI "Culpable "

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Milo se recuperó rápidamente de su resfriado, pudiendo volver a su trabajo una semana después, tal parece que sus 2 semanas de vacaciones restantes coincidirian con las de Kanon, este último estaba feliz por eso y porque por fin volvería a ver más seguido a su amado.

El escorpión, vestido con unos pantalones grices, un saco del mismo color no abotonado, dejando a la vista su camisa negra de cuello de tortuga, y para finalizar el outfit, unos zapatos negros. En su mano derecha llevaba un maletin lleno de papeles con estadisticas y resultados del último informe que terminó. Entró en la empresa e inmediatamente se robó la mirada de todos los que estaban en su camino, y cómo no, con esa forma de caminar, con esa mirada esmeralda que se mantiene fija en los ojos de sus contrarios, su cabello no se queda atrás, tan brillante y sedoso, hablando de este, el escorpión, al momento de subir al acensor, tomó uno de sus mechones azulinos y lo observó, este acto hizo que a su mente vinieran los recuerdos de Kanon cuidándolo. Sin saber por qué, sonrió. Siguió soñando despierto en sus recuerdos, pero fue interrumpido por la puerta del ascensor abrirse en el piso 3. Si momentos antes una sonrisa se dibujaba en su rostro, ahora esta desaparecía al ver quien subía en el ascensor junto a él.

-!...!

-¡Ah! Milo...

-Ca... mus - ambas miradas se cruzan y se mantienen fijas.

Finalmente Camus decide subir junto a Milo, este no reacciona en un primer instante pero al ver que su contrario se paraba junto a él se aparta un poco y desvia la mirada... Un silencio incómodo llena el claustrofobico lugar.

-¿Cómo has estado? - se apresura a hablar Verseu.

-¿realmente te importa? - dice con indiferencia rodando los ojos.

-Por favor Milo, - frunce el ceño- acaso ¿siempre tendrás esa actitud hacía mi?

-Creeme Camus, que de no ser por los niños, no volvería a dirijirte- gira su rostro hacia el de Camus- la palabra - su rostro vuelve a la posición original- siéntete afortunado.

-nhm... - cierra los ojos- esa actitud...-suspira- nunca me gustó que fueras así de resentido...

-¡Jah! ¿es acaso esa una de las razones por las que me engañaste? -sube el tono de voz.

-¡Demonios Milo!, ya te dije que lo siento...¿no es suficiente para que dejes de tratarme como escoria?

-Contigo nunca era suficiente...-mira hacia abajo cabizbajo- eso me lo dejaste claro en más de una vez.

-aaah...-aprieta su maletín- tu... tu siempre-

De pronto, Camus fue interrumpido por un fuerte ruido que captó la atención de ambos, casi al instante el ascensor se remeció con fuerza. Los maletines cayeron al suelo estrepitosamente, Camus perdió el equilibrio y su cuerpo se fue contra el de Milo, este último no alcanzó a apartarse, la fuerza del movimiento le hizo apoyar la espalda contra una de las caras del ascensor, los brazos de Camus pasaron al lado de los costados de Milo, quedando acorralado por el acuariano. El asensor comenzó a temblar, Milo y Camus pensaron lo peor, sus corazones se aceleraron y la imagen de sus hijos vinieron a la mente de cada uno. Luego de unos segundos, tan rápido como comenzó, se detuvo. Milo tenia unas cuantas hebras azulinas en su rostro, miró a Camus y notó como la respiración de este era acelerada... Se dio cuenta de que estaba tenso...

-¿e-estas bien?... - pregunta el escorpión a su contrario.

-S-si...

Milo lo había olvidado, Camus era claustrofóbico... Puesto que, a muy temprana edad se quedó encerrado en un ascensor, para ser precisos, en uno de la que una vez fue una gran empresa... "Acuarius".

Jamás seré plato de segunda mesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora