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La reacción inmediata de Lan Qiren fue ocultar a Wei Ying a su espalda.

—Señor Jiang, la orden de alejamiento es bastante clara, no tiene permitido acercarse a Wei Wuxian, retírese antes de que llame a la policía.

Si bien el hombre no había levantado la voz, su tono firme no daba lugar a réplicas.

Desde su escondite Wei Ying asomo la cabeza, el señor Jiang, aquel hombre que lo había recibido en su casa, que le dio techo y comida, aquel a quien alguna vez consideró como su tío estaba allí de pie en silencio con la mirada angustiada la cabeza abajo, igual que siempre.

Y eso logro llenar de irá al joven, salió de su lugar y se adelantó al señor Lan listo para encarar a aquel hombre.

—Espero que no trate de convencerme de regresar, preferiría vivir bajo un maldito puente que regresar a esa casa.

—A-xian, por favor, solo hablemos un momento a solas. Sé que tenemos cosas que necesitamos resolver y...

—No se atreva a llamarme de esa manera, no tengo nada que hablar con usted y lo que quiera decir puede hacerlo frente a mi familia.

Declaró parándose firmemente junto a Lan Qiren.

Apretó los dientes al ver que el señor Jiang tenía el descaro de verse herido por esa afirmación.

—Tienes todo el derecho a estar molesto... Es solo que cuando recibí la llamada de la escuela y supe que estabas en el hospital, no pude evitar preocuparme, necesitaba ver que estuvieras bien.

Wei Ying sonrió con amargura y extendió los brazos a los costados.

—Claro, ahora se preocupa, pues bien Miré, estoy bien. Ahora váyase y déjenos en paz.

—Lo siento.

Respondió el hombre con los ojos humedecidos de lágrimas, Wei Wuxian tuvo que apartar la mirada ante eso, pues sus propio ojos empezaban a picar, quería creer que era culpa de las hormonas, Lan Zhan vio eso y le puso las manos en los hombros en señal de apoyo.

—Se que te fallé, que no estuve ahí cuando más lo necesitabas...

—No. Si lo estuvo, en cada momento, mirando de pie en silencio mientras esa mujer...no, nunca podría acusarlo de no estar presente.

Acuso con resentimiento, listo para darse la vuelta y entrar a su casa, pero Jiang Fengmian hablo de nuevo.

—Me fui de casa, la dejé.

Wei Ying se cruzó de brazos y respiro profundo.

—¿Y?

—Se que no lo merezco, pero, quisiera pedirte una oportunidad, se que no puedo cambiar el pasado, no puedo cambiar las cosas que debería haber hecho y no hice. Pero quiero hacer lo correcto ahora, quisiera ser parte de tu vida estar aquí para ti de la manera en que nunca lo estuve antes.

—¿Qué dijo Yanli? Cuando se disculpó con ella

—Yo no...

—¿Y A-Cheng? Debió ser una noticia difícil para él.

Nuevamente el hombre se quedó en silencio y bajo la cabeza otra vez, tal vez avergonzado, tal vez temeroso, pero definitivamente no arrepentido, esta vez fue clara decepción lo que fluyó de la boca de Wei Ying.

—Lo imaginé, Señor Jiang, yo no lo necesito en mi vida no más, pero sus hijos sí, por favor arreglé sus asuntos con ellos primero.

Esta vez ninguna de las palabras del hombre lo detuvieron de entrar a la casa junto a Lan Zhan.

Entre susurros y PañalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora