31/246 - Ojos de ángel

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A medida que los días pasaron, el grupo compartió muchos momentos menos tensos a los vividos hace apenas una semana. La ausencia de tierra firme y la experiencia única de cruzar el Atlántico en un barco de lujo y silencioso fue una oportunidad para que todos se tomen un pequeño respiro. Los mensajes manifestados por Miki, aunque continuó experimentando con los mensajes de la caja y usando sus poderes para hacer descender el número en su frente, fueron mucho menos abruptos y más manejables. El día de hoy, fue capaz de congelar su café tan solo soplando sobre este. El mensaje "31/246 - Bajo cero" fue bastante directo. Gabriela continuó trabajando con Junior, ajustando sus protocolos de combate y su equipo. Javier y Natalio eran uno solo, pasando la mayor parte del tiempo solos, generalmente en silencio, aunque estos momentos eran interrumpidos por su tercera rueda, Apolo, que no dejó de presumir sus habilidades y sus músculos durante todos esos días.

Miki tuvo la oportunidad de hablar con su hermano y que este le contara sobre todo lo que hizo durante su viaje a Europa, ahora con más detalles, gracias a que sus padres no estaban cerca para enterarse de las locuras de las que estuvo al tanto.

- El abuelo me llevó a pescar una vuelta, cuando vos tenías como cuatro añitos - Ciro comenzó a contar una historia. Se sentía aliviado de por fin poder hablar con ella sobre él, después de todo el tiempo que pasaron sin hablarse - Debo decir, extraño como él hacía una gallina de una pluma. Una vez le contaste que querías ser pintora y trajo un atril a la casa. Yo solamente le había hablado que mi papá nos enseñó a hacer cañas de pesca con palitos luego de las vacaciones en Mar del Plata, no sé si te acordás. En esas en las que te compraron los flotadores de patito

- Todavía los tengo en una caja. Pensaba usarlas para la bizarra de Bariloche - Micaela se rio, recordando esa pertenencia de la niñez. También mantuvo la sonrisa mientras miraba al mar y pensó en su abuelo y en cuanto lo extrañaba, pero también en los hermosos recuerdos que le había dejado. No pudo también evitar pensar en que estaba subida en un barco con gente que desconocía hasta hace poco tiempo, dirigiéndose a quién sabe donde para poder salvar al mundo, o eso es lo que ella suponía que se trataba. Su hermano notó esto, pero más que querer deprimirla preguntándole si extrañaba la vida de adolescente, se acercó a ella y le dio un pequeño codazo para preguntarle si quería buscar el juego de cartas en la parte de abajo del barco. La habían dejado en uno de los bolsos

La muchacha, ahora sin bandana ya que no había propósito para usarla mientras estuviera tan lejos de la civilización, bajó por las mismas escaleras por las que subía la enfermera Tool. Intercambiaron una mirada. La cirujana, que había atendido las heridas de su hermano utilizando artefactos mágicos, lo había dejado "como nuevo" según sus propias palabras dos días después del incidente. Una recuperación realmente milagrosa. Micaela continuó bajando por las escaleras hasta llegar al cuarto donde dormía ella y había también comenzado a dormir su hermano cuando sus heridas sanaron. Allí, mientras buscaba las cartas entre algunos estantes y abriendo los bolsos, sintió un ruido viniendo detrás de ella. Volteándose lentamente, los pudo ver. Eran dos figuras, de color verde y morado, tal como las que había visto esa noche, en la que pensó que se trataba de un sueño. Estaban sentadas, en lugares opuestos de una pequeña mesa redonda y parecían estar discutiendo. 

Entrecerrando los ojos, la forma de estas figuras cobró más definición, hasta poder también entender lo que estaban diciendo. La figura de color verde, tenía las orejas puntiagudas como un elfo y su cabello, de un tono más claro que el de su piel parecía flotar con gracia en el aire. Su nariz era también puntiaguda y debajo de ella dos pequeños mechones como bigotes. Sus cejas terminaban en una pequeña espiral y su traje, parecido a una especie de bata de terciopelo sobre una camisa y corbata de tono más oscuro complementaron la descripción idéntica con Caster, el mago del clima al que se había enfrentado en la fiesta a la que fue con Juana y también en el bosque donde conoció al exorcista. Miki tomó un paso atrás, preguntándose por qué estaba él ahí, y cómo era posible que no se inmute frente a ella. Si Caster estaba en frente suyo, eso significaba que la figura de color morado junto a él, de cabello voluminoso y oscuro, que se burlaba de él enseñando una sonrisa macabra, no era nadie más que Frida. La adolescente apuntó sus brazaletes contra ellos y en un instante, ordenó disparar la cuchara. Estaba paralizada por el miedo de la cintura para abajo, pero cuando vio que la cuchara salió disparada y atravesó a ambas figuras como si no estuvieran ahí, su temor rápidamente se convirtió en confusión. Frida y Caster voltearon. Mientras la llamante anónima mantuvo su sonrisa de oreja a oreja, reforzada por ver a la joven, Caster mostró también un grado de confusión.

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