7/365 - De la cabeza a los dedos de los pies

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En la mañana del lunes, un lunes lluvioso y gris, Miki llegó al aula y se sentó en su pupitre junto a Juana. Ella notó que había cambiado de bandana, y agradeció que lo haya hecho. Se había ensuciado después de tanto uso.

- No hay novedades de Zoe. Investigué la escena a escondidas la noche del sábado - Le comentó la joven a su amiga - Si es que te llegan a preguntar, me fui con vos a estudiar a tu casa hasta tarde. El llamante anónimo no dejó ninguna pista, y los policías no logran dar con algún sospechoso

- Qué mal - Juana comprendió la angustia con la que cargaba su amiga, y quiso despejarla de aquella - ¿Y? ¿Qué tal el fin de semana? Me tenés re olvidada Micaela. No me contestaste un solo mensaje

- Perdón. El finde fue muy complicado. Te cancelé la pizza del sábado porque amanecí con el mensaje "Mujercita", y cuando menos lo esperaba, ¡Apenas llegaba al zócalo! Me estaba encogiendo con cada minuto que pasaba. Fue un verdadero misterio hasta que me di cuenta que literalmente era que me estaba haciendo más pequeña a cada minuto. Cuando el segundero del reloj de la pared daba una vuelta completa, me hacía más chica. Batallé una media hora hasta columpiarme de la cortina y estrellarlo para romper el cristal. ¡Y ni hablar de reajustar la hora! Le di vueltas en sentido contrario y volví a mi altura original. Te diría que crecí 3 centímetros más, pero no estoy del todo segura

- Movidito el sábado - Sonrió levemente - Y del galán que te llevó a "merendar" el domingo a su casa, ¿Qué me vas a decir?

- César quiso celebrarme el cumpleaños y le dije una y otra vez que no, hasta que me hartó y me invitó a su casa. Estuvimos boludeando un rato, nada serio. Encima el mensaje de ese día fue "Ligera", pero no hizo falta verme al espejo para darme cuenta que desperté con la jeta contra el techo. Me llené de piedras los zapatos para no salir volando a la estratósfera y aparecer en Japón

- Marco me parece más lindo e interesante por lo que me venís contando. Para mí vos estás con César porque crees que no te queda otra

Miki se mantuvo en silencio unos segundos, sin responder a la suposición de su amiga. Era cierto. Solamente seguía con él por costumbre. Y su relación ni siquiera había avanzado tanto. Habían quedado en algo abierto, pero ni siquiera había "algo" las últimas semanas.

- Cambiemos de tema - Aclaró su garganta - Estuve recibiendo llamadas constantes del secuestrador. Inentendibles, pero las transcribí todas. Me pasé toda la madrugada intentando descifrar qué significa - Le enseñó a Juana una carpeta repleta de dibujos y símbolos extraños, interpretaciones de lo que había escuchado en esas llamadas

- Sí que se ve complicado - Se sintió mareada de tan solo echarle un vistazo rápido - ¿Tu hermano no se dedicaba a estas cosas? ¿Por qué no le pedís que lo traduzca?

El hermano de Miki había emprendido un viaje a Europa unos años atrás, justo después de la muerte de su abuelo. Ella no le ha hablado desde entonces y no cree que sería apropiado llamarlo para pedirle un favor así.

- ¿Hace 5 años no lo hablás? ¿A vos te parece bien eso? - Cuestionó su decisión

- Me enojé unos meses únicamente. Después se me pasó, pero sentí que ya era demasiado tarde como para decirle que todo estaba bien. Es incómodo

- Bueno... Si es tu hermano, y te quiere aún resentida como sos, me imagino que no habrá ningún problema

- Lo voy a pensar - Concluyó Miki

- Che, y, ¿Qué te tocó hoy?

- ¿Por qué no buscas tu tijera y me decís? - Propuso algo burlonamente

Juana buscó su tijera en todas partes. En su cartuchera, entre las carpetas, debajo del banco, en su mochila, en la de su compañera, en el tacho de basura y finalmente, se dio por rendida. Miki le enseñó su brazo derecho, con la tijera pegada junto a el.

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