12/321 - Sábado Negro (Parte 1)

9 0 0
                                    

Miki se dirigió hacia la heladería en la que habían pactado con Marco. Eran cerca de las tres de la tarde, después del almuerzo, y la muchacha estaba entrando, cuando una mano sostuvo la puerta de vidrio para ella. El joven, que llegó apresurado con un acto de caballería, la saludó jadeando. Había corrido para llegar a tiempo.

- Señorita - La dejó pasar y se acomodó la tira del morral que llevaba - Buenas tardes

- Señorito, buenas tardes - Contestó y ambos ingresaron

Después de pedir sus helados, ambos jóvenes se sentaron a charlar. Marco le comentó sobre sus clases de teatro, lo mucho que se divierte en ellas y sus aspiraciones a convertirse en un gran actor algún día. Desde pequeño, había mostrado interés en la actuación. Ya sea en las obras de la escuela o representar escenas para su familia y amigos, le encantaba disfrazarse y recitar discursos, poemas y diálogos emotivos. Marco luego le preguntó a la joven sobre sus pasatiempos. Ella comentó que le encanta la literatura, sobre todo las historias policiales. Resolver acertijos y encontrar evidencia, hallar la respuesta antes que los personajes era un juego para ella.

- Me imagino que tenés posters de Sherlock Holmes pegados en las paredes de tu pieza

- Sólo tres. El cuarto está pegado dentro del armario - Ambos rieron

Los chicos hablaron sobre sus familias. Miki le comentó acerca de cómo era manejar un hotel y vivir en uno. También le contó que su hermano mayor había regresado de estudiar en Europa y se quedaría un tiempo.

- ¿Hacía mucho que no lo ves?

- Unos años. Antes que irse habíamos tenido un inconveniente. Pero creo que ya está arreglado. Ahora nos llevamos bien y me acerca al colegio

- Con razón no te volví a cruzar en el subte

- Vivís cerca mío, ¿No? ¿No querés que hable con Ciro a ver si es posible acercarte a vos también?

- No quiero molestarlo. Gracias igual - Rechazó el joven

Mientras conversaban, Marco había comenzado a escribir un poco en pequeño cuaderno gris de tapa blanda. Cuando la muchacha le preguntó por ello, él explicó que estaba calificando los sabores de helados que probaba en cada local, más bien, lo hacía con toda la comida fuera de casa. Miki se interesó por el contenido del cuaderno y leyó algunas de sus mini reseñas. Había calificado el sabor de menta granizada de la heladería como "no digerible" y eso le causó gracia. En algunas opiniones estuvieron de acuerdo y en otras difirieron.

Miki acomodó con su cuchara el helado de Marco antes que se derramara sobre la mesa - ¿Y vos, Marco sin S? ¿Qué hay de tu familia? ¿Qué hacen tus viejos?

- Yo estoy viviendo con mi mamá y mi padrastro. Son gente muy tranquila. Ella tiene un emprendimiento de pastelería y él es contador. A mi papá no lo veo hace un tiempo

- ¿Por? - Mordió el cucurucho - No me quiero meter en cosas personales, así que está bien si no me contás

- No, no, está bien. Pasa que se separaron y perdimos comunicación el año pasado. De ahí no quiero dar muchos detalles. No es que haya sido trágico tampoco. Pero no sé cómo hablarle de nuevo

- Estoy segura que vas a encontrar la forma. ¿Tenés su número, no? Intentá mandarle un mensajito primero. ¿Ustedes tenían una buena relación?

- Más o menos. No lo veía mucho tampoco. Por el laburo, más que nada. Pero tenés razón. Esta tarde le voy a mandar un mensaje - ¿Puedo preguntarte si sabés algo de Juana? No volvió a aparecer en clase - Indagó el muchacho

La joven pensó su respuesta. No podía comentarle sobre lo que había descubierto acerca del padre de Juana, así que se limitó a responder que había tenido un problema personal, y que estaba segura que lograría superarlo, después de todo, su mejor amiga siempre fue una persona valiente y resistente. Aún así, le preocupaba que no le haya contestado ningún mensaje esa semana. Tras haber rescatado a Zoe de las manos de Frida, habían perdido la comunicación. Mientras Miki le explicaba a Marco acerca de la vez en la que Juana la salvó de una situación vergonzosa frente a la clase, ambos recibieron una invitación de Juana. Era una fiesta que se haría esa misma noche, y Juana era una de las organizadoras. Los jóvenes se miraron confundidos. Miki aceptó la invitación pero Marco tuvo que rechazarla. Tenía el cumpleaños de su primo. Los chicos terminaron su helado y pasearon un rato por la ciudad para luego despedirse. Acordaron verse una segunda vez la próxima semana.

OBRA DEL CUENTACUENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora