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Esta bien. Cuatro meses pasaron rápido. Ya había podido familiarizarse con el Infierno, aunque todavía varias personas la veían como una desconocida.

El corto tiempo que llevaba estuvo viviendo en el palacio de Lucifer, pero había empezando a sentir una tensión entre ambos desde hace varias semanas.

Tensión que intento ignorar, pero empezaba a ser difícil cuando creyó saber que tipo de tensión sentía. Habían tenido unos momentos juntos que si no volvía en sí, creía que llegarían a más.

Y de solo pensarlo de nuevo, sus mejillas tomaban un color rojizo. Sentía tanta vergüenza de verlo después por los pasillos o escuchar su voz. Quería creer que él no sentía lo mismo, no sería correcto, él tenía una hija y esposa.

Pero la última faltaba en sus vidas, aunque ver el anillo en su mano le daba razones de creer que él seguía enamorado de ella. Tenían una hija, era algo obvio. El primero amor no se olvida.

Aunque ella jamás sintió el amor real, en su anterior vida jamás estuvo con alguien. Jamás encontró al indicado, así que se enfocaba en ella y su familia.

—¿Daisy?

Allí va, el rojo en su rostro de nuevo.

—¡No entres!

—¿Estas bien? Llevas ahí dentro todo el día. ¿Al menos comiste algo?

—Si, si, tranquilo. Solo... quiero descansar un poco. Gracias.

Luficer decidió irse de nuevo a su oficina. La rubia suspiro al no oírlo cerca, pasó ambas manos por su cabello calmando su respiración y dándole aire a su cara.

—No seas idiota, Daisy. Esta casado y tiene una hija. ¡Y tiene como millones de años! No, no, no. No.

Golpeó su propia mejilla para reaccionar.

Un timbre sonó en la habitación. Busco entre su cama su teléfono y prendió la pantalla. Así como oyeron, teléfono. Lucifer le consiguió uno para estar comunicados y no se sintiera atrapada sin hablar con nadie.

Aunque solo tiene dos contactos. Uno es él y el otro Angel Dust.

—¿Audio? —pulso el mensaje.

¡Perra angel! Vamos a una fiesta, necesito desahogarme. El trabajo me esta matando, aunque amo esas vergas~ Nos vemos aquí, te mando la dirección.

Sonrío un poco. Vio la dirección marcada en el mapa del pentagrama. Salió corriendo de su habitación, pero se encontró a la persona que comía su cabeza día y noche.

—¿Ya saliste? Que bueno, me estaba preocupando. ¿Quieres un té?

—No, gracias. Volveré luego.

—Espera, ¿que? ¿Saldrás?

—Si. No te preocupes, volveré luego. ¡No me esperes para cenar!

Lucifer intento decir otra cosa, pero Daisy paso por su lado hasta salir del lugar. Soltó un suspiro, desde que supo que tenía un amigo estuvo saliendo varias veces o hablando por teléfono durante horas.

Una ira empezó a consumirlo.







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Ángel caído || Lucifer Morningstar [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora