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Faltaban pocas horas.

Al menos eso decía el reloj en su habitación. Por pedido de Lucifer y suplica, ella se mantenía en su habitación con las cortinas cerradas. Evitando que la vieran, ambos sentían ese miedo.

Tenían obvias razones para que ella se ocultara. Si llegaba a verla un exorcista, estaba seguro que no la contaria.

Daisy no quería morir, y él no quería que muriera.

Compartían el sentimiento.

Entendía la sobrepoblacion en el infierno, pero podrían existir otros métodos para solucionarlo. No un exterminio cada año. Era cruel y horrible.

—¿Daisy? ¿Todo esta en orden?

—Faltan dos horas para que empiece.

Lucifer camino hasta ella, se sentó a su lado y acaricio su brazo, intentando reconfortarla.

—Todo estará bien. Prometí protegerte, no lo olvides.

Ella mostró una media sonrisa.

—Gracias. Estaré bien, puedes volver a tus responsabilidades.

—Responsabilidades. Si, cierto. Entonces te dejare un momento, vendré en un rato para ver cómo estás. Lo que necesites, solo pídelo.

El rubio dio un beso en su mejilla. Pero no recibió reacción de su parte, así que mordió ligeramente la zona. Daisy soltó una risilla por ello y él imito su acción.

—Te quiero. Volveré en un momento. —Lucifer salió de la habitación.

Y finalmente el tiempo acabó.

Una luz tenue atravesó el pequeño espacio de sus cortinas sin cerrar. Se puso de pie y asomo su cabeza un poco. Ya sabía como era el exterminio, su primer día lo paso afuera.

Pero igualmente quería ver. Y sus ojos se iluminaron por el brillante portal en el cielo. Logro ver ese reino luminoso del otro lado, tan brillante como siempre.

Había olvidado como se veía. Ambos mundos eran tan diferentes.

¿Aún lo extrañaba?

Si realmente te hace feliz, entonces ve con él. Te apoyare, siempre, Daisy.

Abrió sus ojos de la sorpresa, al ver como un exorcista acabó con la vida de un demonio a varios metros de ella.
Retrocedió, habían chocado miradas solo dos segundos. Abrazo su cuerpo, contuvo la respiración y deseo que no la haya visto.

Un golpe en su ventana, hizo que su deseo se esfumara.

La vio, la vio, la vio. Todo se arruino.

Seguían picando su ventana, esperando que ella apareciera.

¿Debía?

Lentamente fue estirando su brazo.

—No te muevas.

Hizo caso a la orden. Lucifer pasó por su lado a paso firme, terminó frente a su ventana y corrió las cortinas.

No había nadie.

Finalmente pudo respirar con normalidad.

Lucifer, frunció su entrecejo. Cerro de nuevo, dejando la habitación a oscuras— ¿Estas bien? ¡Daisy!

La mujer estaba de rodillas, varias lágrimas bajaban por sus mejillas y su cuerpo temblaba.

—Ey, ¿que ocurre? —él se arrodillo a su lado, poso una mano en su espalda y la otra en su menton.

Ángel caído || Lucifer Morningstar [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora