Su teléfono empezó a hacer mucho ruido, era una alarma que ahora odiaba haber puesto. Palpo su mesa de noche, hasta que finalmente logró apagar el ruido infernal.
Asomo su cabeza de entre las sábanas, quería seguir durmiendo. Sacudió su cabello hecho un lío, tomó su teléfono otra vez y prendió la pantalla.Sonrío ampliamente.
Una foto adornaba el fondo de pantalla en su teléfono, esta era mejor que la otra. Lucifer posaba en ella en una selfie que le envió antes de decidir regresar con él al palacio.
¿Realmente él era el Rey del Infierno?
Vio la hora. Giro sobre si misma, buscando al dueño del fondo de pantalla. Pero no estaba allí, se puso en pie. Cubrió su cuerpo con una bata roja y salió de la habitación.
—¿Lucifer?
Toco la puerta de su taller creyendo que estaría ahí. Cuando no recibió respuesta abrió la puerta. La habitación estaba oscura, dio un paso. Y algo rechino.
—¿Que?
Agacho su cuerpo, recogió un objeto pequeño y suave. Estiro su brazo hasta encontrar un interruptor que encendió las luces.
—¿Un pato de hule?
Inspeccionó el lugar, todo el suelo estaba lleno de patos de hule. Estaba segura que entró al taller de Lucifer. ¿Por qué habían patos de hule?
Su mirada se dirigió hasta los cuadros colgados en la pared. Dio unos pasos, acercándose a la foto en donde habían tres personas. Cada una tenía una sonrisa en sus rostros.
Lucifer cargaba a una pequeña Charlie en sus hombros y una bella mujer estaba a su lado.
—Lilith... Realmente es hermosa.
La atención de la rubia fue hasta los anillos que ambos portaban. Eran una bella familia, acaricio el marco con una de sus manos.
Ella jamás iba a tomar su lugar. Lilith seguía siendo madre de Charlie y jamás cambiaría eso.—¡Daisy!
Se alejo del cuadro, Lucifer la estaba buscando. Miro una última vez a los tres juntos posando en ese cuadro.
—Aún te ama, Lilith. Y eso jamás cambiará. Yo siempre seré la segunda, y eso esta bien para mi. Se como se siente Lucifer, yo una vez ame a alguien en mi vida.
Un pequeño recuerdo de su anterior vida llegó a ella.
Sus ojos fueron llenándose de lágrimas.
—Permiteme amar de nuevo, Lilith. Déjame amar a Lucifer. —pidió. Observo la figura de la mujer sonriente en la foto.
Dejo el pato de goma en una de las mesas del taller.
—Ah, Daisy. ¿Que haces aquí? Mira, no es lo que crees. ¿Daisy? —la mujer le daba la espalda.
Giro sobre sus pies.
—¿Tus responsabilidades son hacer patitos de hule?
—¿Que? —la "e" en su pregunta se alargo bastante— Claro que no. Esto son...
—¿Me haces uno a mi? —en sus brazos levantó uno de los patos. Sonrío.
Lucifer quedó en silencio.
—¿Puedes hacerlo con un traje? Se vería adorable, me gustan los patos.
El Morningstar curvo sus labios en una sonrisa— Si, seguro...
Bien. Lucifer Morningstar era el Rey del Infierno. Pero ahora mismo, no se parecía en nada a cómo los demás pensaban. Daisy estaba atenta a cada movimiento que el Rey del Infierno hacia. Algunas veces hacia movimientos bruscos, se quejaba y tiraba algo al suelo.
—Eso es... Ya esta listo... Ahora, van a conocer... ¡El mágico patito que puede dar una voltereta hacia atrás, Ja Ja! ¡Y que escupe fuego!
La rubia empezó a aplaudir por el brillante pato de hule.
—Uh... No hace falta que aplaudan. Muchas gracias, no se molesten. Ay, ¿a quien engaño? ¡Es una porquería!
Lucifer lanzó su obra maestra contra el marco de una foto. La mujer se puso de pie y masajeo los hombros del diablo.
—No es una porquería, Luci... A mi me gusto, hiciste un gran trabajo.
El Morningstar bajo la cabeza, de pronto su teléfono empezó a sonar con un timbre de circo.
—Es Charilie... ¡Es Charlie! ¡Charlie me esta llamando y no a ti! ¡Au! Ah, mierda, caray... —miro ambos lados exaltado.
Daisy vio a su pareja apoyarse en su mesa de trabajo, entraba en pánico y trataba de buscar una forma correcta de contesta.
—¡Respóndele o colgara, Lucifer!
El diablo asintió. Tomo una gran cantidad de aire y respondió— ¡Que tal, perra!
La rubia golpeó su frente con la palma de su mano.
—Hola, ¿como estas? ¿Donde has estado metida... todo este tiempo?
Daisy le hizo señal intentando decir que en su hotel, pero Lucifer negó al no entender que decía. Ella volvió a golpear su rostro.
—Claro, si eh... Es solo que a veces yo... No, no, no, solo lo olvide. Soy un hombre importante. Sabes que tengo... muchas responsabilidades —pateo un pato de hule—. No, por desgracia no tuve la fortuna. Es que no he estado viendo tele últimamente, te fríe el cerebro. Pero oye, un hotel —sonrío—. Que bien.
Su vista se dirigió a su pareja, ella levantó ambos pulgares, dándole ánimos. Le tendió una taza de té y le agradeció, pero se ahogo al primer sorbo.
—Si, por supuesto. Mi enorme poder puede conseguirte todo lo que quieras... ¡Claro que no! —Daisy frunció el ceño, hace un segundo acepto a darle lo que quería y ahora se negaba— No, no, no, no, no, Charlie. No, no. Ño. Lo siento, pero... no.
—Permiteme, cariño...
—¿Que? ¡Espera!
—¿Charlie? Si, soy Daisy. Dame un momento con tu tonto padre.
La Morningstar asintió, estuvo al teléfono escuchando como el ángel le gritaba a su padre de diferentes formas. Carraspeo, la llamada se puso algo incomoda.
Y finalmente escucho como Daisy decía una palabra que la confundió mucho.
"Disfraz".
—¿Charlie?
Sigo aquí, ¿acepto?
—Llevare a Lucifer al hotel, ¿te parece bien? Así podrá ver tu increíble trabajo. Si no acepta así, yo lo obligare.
¡Perfecto! Eres genial, Daisy.
—Bien. Nos vemos en una hora.
Termino la llamada. Quito su mano del rostro del Lucifer para evitar que se acercara y él casi cae al suelo. El diablo acomodo su traje y sombrero.
—¿Por qué no me dejaste hablar con Charlie? Es la primera vez que me llama en años.
—Prepárate. Ella quiere verte en tu hotel.
—¿Me invito a su hotel? —una sonrisa empezó a mostrarse en su cara— ¡Mi hija quiere verme! —tarareo— ¡En tu cara, depresión! —apunto a un pato en el suelo.
—¿Depresión? Olvídalo, vamos, vamos.
Tiro del cuello de su traje.
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Hola amig@s!
Espero les haya gustado el capitulo.
Sigan leyendo conmigo!
Nos vemos la próxima!
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Ángel caído || Lucifer Morningstar [Corrigiendo]
De Todo¿Cielo o Infierno? Prefería quedarse en donde debía estar. Con él.