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El día llegó. Y como lo prometió, estaba en el palacio de Lucifer. Intentaba no pensar mucho en el exterminio, Angel lo puso al tanto de lo que pasaría.

Atacarán primero al Hazbin Hotel. Obviamente estaba preocupada por lo que pasaría, pero su amigo la tranquilizo un poco. Tenían armas, apoyo de gente del barrio caníbal. Estarían bien.

¿Cierto?

Dejo su teléfono de lado. No podía llamarlos, no quería ser una distracción en medio de la batalla. Le gustaría pelear a su lado, pero jamás lucho de verdad y estaba segura que entraría en pánico.

Siempre era Billy quien la protegía de cualquier extraño, estaba a su lado todo el tiempo. Lo extrañaba demasiado, solo esperaba que su familia lo esté cuidando bien.

Dejo de lado el pato de hule, Lucifer le había regalado el que pidió. Su sombrero negro estaba sobre su cabeza, junto a una pequeña corbata colgando de su cuello. Escucho como algo se rompía fuera de la habitación.

—¿Lucifer? ¿Todo esta bien?

Salió de su habitación, camino por el pasillo hasta el origen del ruido. Un jarrón posaba en el suelo, estaba esparcido en trozos.

—Espero no haya sido de valor... Lucifer, ¿estas bien? —no recibió respuesta.

Corrió los pedazos con su pie, podía limpiarlo luego. Siguió por el pasillo hasta llegar a la sala. Todo estaba en silencio.

—Oye, Lucifer. No me parece divertido, ya sal. Solo quiero saber si no te lastimaste.

Giro sobre sus pies.

—Hola, Daisy.

Contuvo la respiración un corto periodo de tiempo. Había cuatro personas frente a ella, pero no eran demonios. El miedo empezó a consumir su cuerpo, sus piernas temblaban.

—¿Que...? ¿Por qué están aquí?

—Asuntos pendientes. Tu entiendes, es el momento perfecto. No hay nadie ahora, ¿cierto?

—Esperen, por favor. No tienen que hacer esto.

Las exorcistas empezaron a reír. Daisy comenzó a retroceder, no podía con ellas. Jamás podría, tenía que esconderse.

—Tu decidiste venir al Infierno. Ahora eres parte del exterminio, solo hacemos nuestro trabajo.

—No tenemos opción. Pero es igual de divertido.

—Amaré acabar con tu vida, perra.

Al primero movimiento, ella lanzó una silla contra el ángel. Aprovecho ese tiempo para empezar a correr. Las escuchaba volar hacia ella, gritando como acabarían con su vida.

Contuvo el impulso de gritar, una lanza había rozado contra su brazo. La sangre no tardó en gotear hasta el suelo, no era tiempo, pero era sorprendente como ahora su sangre era dorada.

Concéntrate. Lo importante ahora es evitar morir. No quiero morir... ¿Que hay más allá de esto? No quiero saberlo.

—¡Maldita perra sucia!

Algo se tiro sobre ella, rodaron varias veces contra el suelo. Sus manos fueron sujetas sobre su cabeza, abrió sus ojos. Una de ella logró atraparla, empezó a forcejear con el agarre.

—Jodida perra. Decides venir al Infierno para coger en vez de quedarte en el cielo. Te mostrare que cometiste un error.

—¿Error? —mostró una sonrisa— Es el mejor sexo que tuve en la vida.

Ángel caído || Lucifer Morningstar [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora