Capítulo 26

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| DOLOROSA HERIDA |

Garabateé mi firma en algunos documentos mientras escuchaba atentamente el relato que por fin había soltado mi amiga después de un largo interrogatorio de mi parte

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Garabateé mi firma en algunos documentos mientras escuchaba atentamente el relato que por fin había soltado mi amiga después de un largo interrogatorio de mi parte. Por alguna razón extraña, hoy habíamos decidido sentarnos en el sofá de la recepción del hospital, que afortunadamente estaba en una calma confortable, donde solo entraban algunos pacientes y pasaban algunas enfermeras cuchicheando entre ellas.

- ...Es muy diferente a como parece ser. Al principio, creí que era un antipático, pero me ha dejado ver más allá. Incluso demostró verdadera preocupación por lo que sucedió con Amber y se ofrecía algunas veces a acompañarme a casa... Creo que me estoy empezando a enamorar de él - terminó confesando en voz baja.

¡Mierda! No conocía para nada a James, pero esperaba que no le rompiera el corazón. Sara llevaba mucho tiempo soltera y sé que aquello le costó mucho admitirlo. Ella era una mujer muy dulce e inocente que siempre buscaba ayudar a los demás, por eso no se merecía que la hicieran sufrir.

- Confío en tu buena elección, Sara. Quiero que seas feliz - le sonreí dejando a un lado lo que estaba haciendo para concentrarme en ella.

- Pase lo que pase, no quiero arrepentirme de nada. Lo dejaré a manos del destino - suspiró mirándome con un aire positivo, como lo era siempre.

- Esos hombres nos tienen locas - le respondí distraída.

- Tú más que nadie tiene experiencia en ello - quizás - ¿O no, querida Amelia? Ni siquiera fuiste a dormir anoche - entrecerró sus ojos acusatoriamente; por lo que yo me reí nerviosa.

No lo podía negar. Después de hacer el amor y lo del piano, cenamos mientras yo le contaba que, cuando era adolescente, me había empeñado en ser una gran artista, pero que al final fue un sueño frustrado y decidí enfocarme en la medicina, dejando aquello como un pasatiempo, nada más. Al final, él me pidió que me quedara en su casa, donde desperté junto a él, con su olor y sus brazos.

Por su parte, él no quiso hablar mucho acerca de su abuela, solo que era una persona muy importante en su vida, una figura que lo acompañó junto a su abuelo, haciendo su infancia feliz. Aunque ya no estaba en este mundo.

- Es una larga historia - le resté importancia.

- Aún tenemos tiempo - observó el reloj en su muñeca; faltaba media hora para que volviéramos de nuestro pequeño receso.

Sabía que no me podía escapar tan fácil.

Le resumí brevemente todo lo que habíamos hecho ayer desde que nos vimos en el restaurante hasta cuando estuvimos con Clarisa en casa de su hermana, y luego cuando me convenció de quedarme en su apartamento.

- ¡Tú ya tienes marido, prácticamente! - exclamó en voz alta, haciendo que algunas personas nos voltearan a ver con curiosidad.

Chismosos.

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