5. Cambio

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—¡Espera! ¿No podemos hablar de esto?

Montgomery levantaba las manos en un gesto de súplica.

Roxanne se detuvo, mirándolo con una ceja arqueada.

—¿Y de qué quieres hablar? —preguntó divertida esbozando una sonrisa.

Lo observaba con una mezcla de disgusto y diversión mientras se retorcía en la silla frente al espejo, intentando evadir las afiladas tijeras que amenazaban su melena.

—¿De verdad es necesario? Es decir... ¡Se supone que estoy de paso! —continuaba berreando— ¿Por qué debería...?

—¡Claro que es necesario! —Roxanne encimó su voz— ¿Crees que permitiría que salieras así junto a nosotros? ¡Mi reputación se iría a la ruina!

Montgomery respiró hondo, tratando de reunir coraje para defenderse.

—Primero, mi cabello es mi identidad y me gusta como está, muchas gracias —comenzó—. Y segundo, no estoy seguro de si confío plenamente en tus habilidades como "estilista".

Al decir lo último, Montgomery hizo unas comillas en el aire con los dedos.

Roxanne soltó una carcajada ante su gesto, sorprendiéndolo con su reacción.

—¡Oh, Monty! No sabía que eras tan sensible a los cambios —bromeó colocando las tijeras sobre el mostrador—. Parecías un tipo rudo.

La mirada de Montgomery ardió ante su provocación, sintiendo su orgullo herido.

—No soy sensible a los cambios —habló entre dientes.

—¿De verdad? Porque podría ayudarte a verte todavía más rudo —la diva se agachó para quedar a su altura, bajando la voz—. ¿No es eso lo que quieres?

Montgomery guardó silencio. Luego de unos segundos, preguntó vencido por la curiosidad.

—¿Qué quieres hacer?

Roxanne sonrió maliciosamente y levantó una máquina de afeitar frente a él.

—¡¿Estás loca?! —retrocedió en la silla, aterrorizado.

Otra carcajada sonó por los aires. La cruel modista pasaba sus largas uñas pintadas por el cabello de su víctima, inspeccionando cada hebra como si fuera un objeto de arte.

—¡Vamos, no seas testarudo! Debes aprender a confiar, estás en manos de una profesional —lo persuadía caminando alrededor de la silla—. Las chicas babearán por ti... Y como sé lo que buscas, te prometo que los chicos también lo harán.

Montgomery se giró abruptamente para verla, sorprendido.

—¿Cómo diablos...?

—Estos ojos lo ven todo, cariño.

Roxanne le guiñó un ojo juguetonamente.

Se quedó mirándola fijamente, sobrecogido por su atrevimiento. ¿Cómo había descubierto sus preferencias? Se sentía expuesto ante su mirada.

—Deja de alardear —dijo Montgomery, rodando los ojos y tratando de desviar la conversación—. No tienes idea de lo que busco.

Roxanne volvió a reír mirándose al espejo, acomodando con vanidad su icónico mechón verde.

—Oh, créeme, nene, lo sé. Y déjame decirte que tu secreto está en buenas manos —dijo ofreciéndole una pequeña sonrisa—. Confía en mí, novato. Te convertiré en lo que deseas.

Montgomery resopló, tratando de ignorar la sensación de vértigo que lo invadía.

No estaba acostumbrado a que otros tomaran decisiones sobre su apariencia, pero de alguna manera, confiaba en Roxanne. Tal vez motivado por la seguridad con la que hablaba o por su evidente experiencia en el mundo del espectáculo.

Bajo Su Sombra | Monty x FreddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora