10. Aceptación

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«¿Por qué me miraba así?».

Montgomery se sorprendió por la forma en la que los ojos de Freddy paseaban sobre su cuerpo.

Dejó de sentir las dolorosas puntadas que quemaban en su costilla, a pesar de que el procedimiento continuaba sin detenerse, y se quedó analizando la reacción que tuvo al ser descubierto.

Le parecía haber visto esa mirada en otro lado. Era como la que recibía de las mujeres en el pasado, o como aquella que le daban en los bares de ambiente que recién empezaba a frecuentar.

No lo había considerado, pero... ¿Tendría las mismas preferencias que él?

Observó confundido cómo Freddy le daba la espalda, sin saber de la existencia del llanto silencioso, y sólo entonces reparó en algo más extraño:

La autoridad ni siquiera reaccionó a la mala palabra.

Algo estaba mal. Se arrepintió por haber usado un tono tan duro al reclamarle, recordando que estaba ahí para terminar con el lío, no para agravarlo. Bajó la cabeza y suspiró frustrado.

Debido a la tensión, el enfermero se apresuró a dar las últimas puntadas y colocó la gasa sobre la curación, pasando a lo siguiente.

Montgomery dejó que se acercara a limpiar las lastimadas perforaciones de su ceja y boca, tan sólo restando atender los rasguños en sus brazos. Alcohol, ungüento y vendaje bastaron para dar por finalizada su intervención.

El personal recogió los instrumentos y decidió darles un momento de privacidad, retirándose discretamente.

Quedaron a solas una vez más, envueltos en el silencio.

El paciente testarudo se enderezó en su camilla, secretamente agradecido por la atención médica que negó necesitar frente a los demás. Ya no había dolor. Al menos no físico.

Levantó la mirada hacia Freddy, pero se encontró con que este seguía de pie apuntando en dirección opuesta.

Verlo ahí, tan vulnerable, despertó en él la necesidad de remediar la distancia entre los dos. Aceptó que era momento de intentar lo que había venido a hacer, aunque... no sabía por dónde empezar.

Los segundos pasaban sin que pudiera encontrar qué decir para disculparse, a pesar de haber revivido la situación una y otra vez en su cabeza.

«Soy una mierda para esto». Se rindió Montgomery.

En ese instante, como si su vacío mental lo hubiera desbloqueado, volvieron a él las palabras que Sun le había regalado antes de llegar a la enfermería: "Las acciones pueden hablar por sí solas".

Entrecerró los ojos. Se dispuso a levantarse cuando algo en la mesita de al lado mejoró su plan. Tomó el objeto con determinación.

Freddy se limpió las lágrimas discretamente al escucharlo aproximarse por detrás. La simple idea de tener una nueva discusión con Montgomery hizo que el cuerpo entero le hormigueara en anticipación. No podía, no quería iniciar otra pelea. Ya no.

Se tensó al sentir que la formidable figura se detuvo junto a él. Sin embargo, la agresión nunca llegó.

Desconcertado, volteó a su costado para descubrir que Montgomery lo miraba serenamente.

Los ojos cansados atraparon a los suyos como si estuvieran magnetizados, derribando cualquier defensa que pudiera haber construido por el historial que él mismo ayudó a escribir.

Sin decir una palabra, Montgomery levantó su mano y le ofreció aquello que tomó antes de venir a acompañarlo: Una compresa fría.

Freddy miró el objeto con ternura en sus ojos, intuyendo su significado.

Bajo Su Sombra | Monty x FreddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora