Bajo Su Sombra | Monty x Freddy

19. El Plan

—¿Qué demonios quieres decir con eso?

Todo en Montgomery era indignación, desde su tono elevado hasta su mirada asesina. Pero como si fuera inmune, Michael respiró y se inclinó hacia adelante, recargando los brazos sobre las rodillas con las manos entrelazadas.

—No hay necesidad de alterarnos. Es la observación que tenía que hacer, y me pediste no darle vueltas.

—¿Pero por qué lo dices así? Suena como si... ¡Ah, explícate, Schmidt!

—Lo haré si me lo permites. Ambos son profesionales, así que no sé exactamente a qué se deba, pero cada que están cerca, el ambiente se vuelve raro.

—¡¿Raro?!

—Los errores se multiplican, y francamente... veo mucha tensión.

Montgomery sentía que le faltaba el aire. Se veía ofendido, pero en su interior la confusión se mezclaba con el pánico. Al no replicarle está vez, Michael continuó:

»No me malinterpretes, desconozco qué pasa entre ustedes, y no planeo averiguar lo que no me incumbe. Tampoco tienes que explicarme nada. Mi trabajo aquí es ver por el bien del proyecto, y sólo por eso estoy diciéndote esto. Porque no importa si es cuestión de presión, de expectativas, o de algo más, no podemos seguir así. Y tú mismo te has dado cuenta, ¿no es cierto?

Quería decirle que no. Que lo que acababa de decir era una sarta de estupideces y que se fuera al carajo. Pero ese tema...

«¿Tensión? ¿Entre nosotros? ¿Algo más?»

Maldita sea, no lo dejaba dormir. Bajó la guardia. ¿Lo estaría admitiendo si...?

—¿Qué pasa si digo que sí? —indagó desconfiado, temiendo perder la mejor oportunidad de su vida por volverse débil... a causa de un hombre.

No, mierda: A causa de Freddy. Porque, ¿cómo había permitido que un par de ojos bonitos interfirieran con su carrera? No confesaría nada, pero por supuesto que estaba desesperado por una solución. Después de todo, nadie le estaba pidiendo explicaciones.

—¿Honestamente? —Michael sonrió agradecido con su cooperación—. Estarías ayudándome a decir lo que tengo que decir —lo miró en silencio, la seriedad regresando a su rostro—. Monty, se me ocurre una manera de detener esto.

—¿Y cuál es?

—Vamos a separarlos en los ensayos.

La expresión de Montgomery osciló entre la incredulidad y el desagrado. Trató de contenerse, pero luego de un silencio, liberó una risa amarga.

—¿Separarnos? —repitió con sarcasmo—. ¿Qué, como niños de secundaria?

—Los niños de secundaria no me darían tantos problemas.

—No te ofendas, Mike, pero esperaba una solución más profesional.

Sin perder la paciencia, Michael regresó a su postura inicial, de espalda recta y manos sobre el regazo.

—Profesionalismo es justo lo que espero de ustedes —dejó caer como si fuera una reprobación elegante, y cuando vio que Montgomery se removió incómodo por eso, acercó su silla hacia él, tratando de iniciar una conversación más sincera—. Gator, te he visto tocar. Tu "banda de un solo hombre", yo presencié ese talento, ¿lo olvidas? Cuando te lucías con tu bajo en aquel bar y demostrabas tener lo que estábamos buscando: Talento y pasión. Como te dije al reclutarte. Hoy no sé qué te esté pasando, y repito que no me voy a entrometer, pero si existe una forma de sacar ese potencial a la luz... Voy a luchar hasta conseguirlo. Así me terminen odiando por hacer mi trabajo.