20. Algo Más

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—Uno, por favor.

La muchacha de la taquillera le entendió más por levantar el dedo índice que por hablar claro. Venía agitado.

En una carrera contrarreloj para alcanzar la última función de la noche, saliendo sin decir adiós apenas dieron por terminado el ensayo, y con una necesidad terrible de ocupar su mente en algo que no fueran las cuatro cuerdas de su bajo... Montgomery venía huyendo de todo a lo que intentaba renunciar.

Vaya sorpresa: Se sentía en abstinencia. Menos de un día le bastó para sentirse desdichado.

Tuvo que luchar contra cada fibra de su ser para mantenerse distante, para no caer en la tentación de regresar a las miradas y, más difícil todavía, para declinar "amablemente" aquella oferta de comida a la hora del descanso.

Sí, rechazar a Freddy no le hizo ninguna gracia. De hecho, se sintió un imbécil, e incluso tuvo una especie de déjà vu. ¿Era su imaginación o tuvieron exactamente la misma interacción en el pasado? Juraría que sí, pero echar un clavado en sus recuerdos le suponía más energía de la que le quedaba.

Y es que también estaba exhausto. Pasar la jornada siendo demasiado autoconsciente le estaba cobrando factura, y ahora, todo lo que deseaba era ese balcón reservado que Sun le prometió. Sonaba perfecto. Un boleto, botana, y un asiento de lujo. Ni la propia Roxanne quiso dañarle la noche haciéndole compañía. En vez de eso, hizo algo mejor:

Le guiñó un ojo y le dijo que disfrutara la función.

Por supuesto que Montgomery arqueó una ceja ante esa actitud tan extraña, pero honestamente, estaba muy molido para hacer preguntas.

Es más, del cansancio, ni siquiera notó que su boleto fue el último que la chica de la taquillera arrancó del rollo, así como tampoco notó la sonrisa coqueta que le dedicó la muy descarada al entregárselo. De haberla visto, lo cierto es que nada hubiera cambiado, pues a Montgomery no podía importarle menos la atención de una mujer.

La atención que de verdad le importaba tenía un azul más profundo en sus ojos. Y no existía, ni existiría, nada en comparación.

—Gracias —recibió el boleto, y a partir de ahí, lo demás se lo llevó con más calma.

Pasó a la dulcería casi agradeciendo estar solo, porque así no tuvo que cuidar las apariencias. Era un rudo, sí... pero tenía debilidad por los caramelos. Así que se compró lo que quiso, y luego, se dispuso a buscar el ingreso a la sala.

En el camino se tomó la molestia de levantar la mirada, apreciando cómo el entorno se transformaba a cada paso: reemplazando el suelo de ajedrez por alfombras rojo vino, revistiendo las paredes con paneles de madera oscura, y agregando columnas talladas por aquí y por allá, con lámparas de luz cálida terminando de dar ese toque íntimo, tirándole a lo gótico.

Para cuando llegó al acceso, era otro mundo, y apenas ahí descubrió que existía una segunda entrada: la del público general. Ya decía él que no era muy privado que todos entraran por la que conectaba con el complejo, pues se supone que, si la banda se había instalado en ese estudio, debían contar con un mínimo de discreción.

Igual entendía que no era un teatro cualquiera. Era exclusivo, para audiencia selecta en eventos especiales, preestrenos y funciones de prueba. Para que artistas de gran calibre tuvieran dónde ensayar.

Montgomery sonrió, un movimiento de labios apenas perceptible. Nunca se imaginó teniendo tantos privilegios sin siquiera alcanzar la fama, y sin embargo, aquí estaba, entregando su boleto y saboreando la privacidad prometida. ¿Cuánto habrá exagerado Sun para venderle la idea? Seguía escéptico, pero debía admitir que le vendría bien ese refugio.

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⏰ Última actualización: Feb 15 ⏰

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Bajo Su Sombra | Monty x FreddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora