Capítulo 01

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Despertó de mal humor.

No podía ser posible, dado que aún ni siquiera abría los ojos, pero con los acontecimientos recientes y lo caóticos que habían sido los últimos meses de su vida, la verdad no estaba sorprendido.

Se giró sobre su amplia cama hacia el lado derecho, y tampoco se sorprendió de que estuviera vacío.

Ese era el lado de su esposo, que desde hacía unos días había comenzado a dormir en un hotel.

Resopló. Como si le importara.

De hecho, estaba feliz, por que ese día en particular tenía una cita con un viejo conocido, a quien le depositó toda su fe para que este trajera de vuelta los buenos recuerdos, y ocultara tras su sonrisa su horrible presente.

Miró el reloj de la mesa y se sintió agitado en cuanto notó la hora. Su cita era a la 1, y apenas se estaba levantando a las 11.

Se duchó rápidamente y consiguió vestirse lo mejor que lo había hecho en mucho, mucho tiempo.

Bajó las escaleras de su solitaria casa y, en camino a tomar sus llaves, no pudo evitar detenerse junto a la empolvada fotografía que descansaba en el mueble junto a la puerta.

El cristal estaba roto, producto de una de sus muchas discusiones.

Era la foto de su boda.

Suspiró, y se tomó un momento para apreciarla.

Estaba sonriendo, sujetando las manos del otro y sin poder apartar la vista de sus ojos.

¿Cómo había terminado todo así? ¿En qué momento habían pasado de amarse sin medida, a odiarse despiadadamente?

Negó, dejando el objeto en su lugar.

Y mientras condujo al restaurante, le dio muchas vueltas al asunto.

No podía entender, por más que lo intentó, cómo era que había comenzado a detestar a la persona a la que le juró amor eterno delante de Dios, y en compañía de todos sus seres queridos.

Pero era que su vida era un desastre ahora. Y todo gracias a él.

Había tomado su vitalidad y la había convertido en angustia. Había transformado todo el amor que se tenían en un tormento. Había convertido su hogar en un infierno del que no dudó dos veces en escapar.

Y ahora Jeno estaba solo, a la espera de tomar una decisión que, con cada día que pasaba, parecía más tentadora.

Iba a dejarlo.

Y cuando apenas comenzó a sentirse agobiado por la idea, vio en la entrada del local al chico que estaba esperando.

Renjun era uno de esos amigos que había hecho hacía años, cuando todos ellos iban en la preparatoria.

Le había gustado, Jeno se permitió admitir. Tuvo un enamoramiento, pero nunca se atrevió a nada. Incluso había tenido otro novio, y luego aquel otro con quien terminó contrayendo nupcias.

El peor error de su vida.

– Hey – saludó el más pequeño, atrayéndolo en un abrazo cuando el otro se levantó a recibirlo – ¿estás bien? Te ves verde –

– Estoy bien – rió, acomodando la silla del contrario para permitirle sentarse primero – emocionado, de hecho. Eres la única cosa buena que me ha pasado en semanas –

– Uh – arqueó una ceja, comenzando a buscar alrededor para llamar la atención de algún mesero – me suena a que necesitas un trago –

– Varios – exhaló pesadamente – voy a encontrarme con Jaemin hoy. Me pidió que llevara sus zapatos para no tener que volver a casa por ellos –

El otro lo miró, luciendo sorprendido.

– ¿Aún no regresa a casa? –

– Ya no va a regresar, Renjun – negó – se acabó. Nos estamos separando –

El silencio que se instaló entre ellos fue tan pesado, que apenas pudieron responder al mesero para pedir un par de copas.

– Dios – susurró finalmente – no pensé que fuera tan serio. Nunca imaginé que les pasaría eso a ustedes dos –

– Todos dicen eso – rió sin diversión.

– Es que parecían perfectos –

– Así era – asintió de acuerdo – al menos al principio. Luego todo pasó muy rápido –

– Te concedo eso – rió – varios pensamos lo mismo. Ustedes fueron demasiado rápido. Nunca pude decir si eso era bueno o malo. Pero dadas las circunstancias – señaló alrededor – bueno, ya sabemos lo que pasó – suspiró pensativo – me pregunto si... –

Ante su silencio, Jeno lo miró con interés.

– Si ¿qué? –

El otro regresó la vista a él y frunció el ceño.

– Nada – sacudió la cabeza – olvida lo que dije. Debe ser por el día –

– Por favor – tomó su mano sobre la mesa – dime –

Renjun dudó un momento, y no fue hasta que le dio el primer sorbo a su copa que se atrevió a responder.

– Me pregunto, si no te hubieras separado de Donghyuck y en su lugar te hubieras casado con él... ¿crees que las cosas serían diferentes? –

Jeno, muy a su pesar, asintió.

– Pienso en eso todo el tiempo – admitió – pero imagino que es igual que tu caso: debe ser por el día –

– ¿Y qué si no? – susurró el otro – ¿qué si nada de esto debió pasar? –

– No importa – sonrió débilmente – ya no importa. Es demasiado tarde, de todas maneras –

Renjun lo miró con compasión.

– ¿Se les ofrece algo más a los caballeros? –

– Sí – levantó su copa – que sigan llegando –

Jeno sonrió al otro con complicidad.

Realmente lo necesitaba.

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