Capítulo 03

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Miró alrededor. ¿De donde pudo haber salido ese tipo? ¿O era que había estado en el ascensor todo el tiempo?

– ¿Entonces? – preguntó de nuevo, señalando la consola.

– Al lobby – respondió finalmente, algo más inestable de lo que había esperado.

El tipo lo miró, y luego sonrió suavemente.

– ¿Estás seguro? –

Jeno frunció el ceño, sintiéndose desconcertado.

– ¿Seguro de si quiero ir al lobby? –

– Seguro de que quieres irte en vez de regresar al corazón roto de ojos llorosos que dejaste atrás –

El otro se sintió mortificado repentinamente.

– ¿Escuchaste? – dio un paso adelante, presionando el botón que cerraba las puertas para detenerse a sí mismo de volver en esa dirección – no quiero ser grosero, pero no es asunto tuyo –

– Quizás – asintió de acuerdo – pero fuiste demasiado lejos. Tú y yo sabemos eso –

El más joven lo miró irritado.

¿Quién mierda era este tipo para juzgarlo?

No bastaba con que él se sintiera miserable por todo lo que dijo, ¿ahora un desconocido intentaba darle una lección?

Pues no. Jeno no admitiría que se había equivocado. No ante un extraño.

– No me arrepiento de nada más que de haberlo conocido –

– Cuidado al decir esas cosas – aconsejó el otro, con la voz en calma.

– Créeme – negó – si pudiera regresar el tiempo, elegiría mejor y lo cambiaría todo –

– No ores en voz alta si no quieres ser escuchado –

Jeno lo miró aturdido, sintiendo como la piel de su nuca se erizaba violentamente.

¿Qué mierda?

Apenas iba a responder a la defensiva, el edificio se quedó sin electricidad y el elevador se detuvo de golpe.

– Mierda – se acercó de nuevo al tablero, aplastando los botones una y otra vez sin estar seguro de qué quería lograr con eso – mierda, mierda, mierda –

– Sólo es un apagón – comentó el otro con ligereza – una señal, posiblemente. Para que regreses a disculparte. No existen las casualidades –

– Soy claustrofóbico – murmuró, comenzando forcejar con las puertas.

No sabía si era por la adrenalina, o por que el tipo con el que estaba le estaba asustando, pero había logrado abrirlas.

La mitad superior mostraba un largo pasillo, como el que recién dejaban, y la mitad inferior era sólo la pared. Estaban a medio piso arriba. Uno de sus miedos más grandes.

Pero una vez más, se encontró en medio de dos decisiones difíciles: o intentaba subir con el riesgo de que la electricidad regresara y el elevador lo partiera a la mitad, o se quedaba con el sujeto escalofriante.

Bueno, él decidió rápidamente.

– ¿Estás seguro de esto? – preguntó el extraño, mientras Jeno escalaba hacia la salida.

No respondió.

Salió, al fin, y caminó a toda prisa hacia donde sabía que estaba la escalera de escape.

Junto antes de abrir la puerta, se giró una ultima vez a mirar al tipo, que le sonreía y sacudía la mano suavemente a forma de despedida.

Jodido loco.

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