Capítulo 19

828 79 5
                                    

Abrió los ojos y perdió el balance, casi cayendo al piso.

No estaba en su cama, pero si estaba en el día correcto.

Resopló ofendido.

El bastardo no pudo enviarlo al momento en que despertó, por supuesto. Decidió enviarlo hasta el momento justo después de que lanzó toda esa basura contra Jaemin.

Maldito Taeyong.

Como fuera el caso, sería el hombre que fue alguna vez, y haría las cosas bien.

Alcanzó a detener la puerta del ascensor antes de que se cerrara, y caminó todo el pasillo, sintiéndose decidido a arreglarlo todo.

Para su fortuna, la puerta no cerró, así que sólo bastó con empujarla para encontrarse con la imagen que rompería el corazón de cualquiera.

Jaemin estaba sentado en el piso, limpiando sus zapatos, y levantó la mirada, revelando los ojos llorosos que alguna vez dejó atrás, y su labio inferior ligeramente abultado.

– Si regresaste por una respuesta, no la vas a tener. Yo no te odio –

– Lo siento tanto – susurró, hincándose frente a él – de verdad tanto –

– Por favor vete – pidió, limpiando las lágrimas que no dejaban de salir – necesito estar solo –

– No – sacudió la cabeza, tomando sus manos – no vuelvo a dejarte solo nunca –

Buscó en sus bolsillos. Afortunadamente dio con un pañuelo de tela que antes no estuvo ahí, pero aparentemente cargaba en esta vida, y limpió sus ojos con cuidado.

– Siento mucho todo lo que dije – susurró.

– ¿Qué? – respondió tosco, arrebatándole el pañuelo para limpiarse él mismo – ¿que no me amas, o que amas más a Donghyuck? –

– Todo – negó – primero por que te amo muchísimo en esta y en todas las vidas que podría tener. Fui realmente estúpido al no notarlo –

– Sí eres muy estúpido – replicó – ¿y segundo? –

– Segundo por que ni siquiera he podido pensar en nadie que no seas tú – tomó su mano, acariciando sus nudillos – si te soy sincero, sí traté de olvidarte. Traté de seguir adelante –

Jaemin comenzó a llorar de nuevo.

– ¿Y tuviste algo de suerte? ¿Por qué regresaste? –

– ¿Tú que crees? – rió entristecido – la vida me mostró que, no importa lo que haga, al final siempre terminarás importándome más tú que cualquier otra persona. Yo incluido –

– Mentiroso –

– Te juro que así es como son las cosas –

La verdad era que estaba más que agradecido de estar con Jaemin, y pensaba que no iba a poder sobrevivir si un día comenzaba a darse cuenta de que merecía algo mucho mejor y decidía irse.

Moriría de dolor.

– No te creo nada – hipó.

– Jaemin, ¿realmente crees que estaría aquí si no te amara tanto? – no quería, pero tenía que tocar el tema. Sus problemas del presente – ¿crees que estaría aquí aún si... aún sabiendo que tienes a alguien más? –

Decirlo dolió muchísimo más de lo que hubiera esperado.

Ese había sido el problema principal cuando comenzó su declive.

Cuando Jaemin fue ascendido en su trabajo, comenzó a trabajar horas extras, y casualmente se encontraba bastantes horas en compañía de su jefe.

Alguna vez, Jeno habló de sospechar al respecto aunque realmente no lo hacía, y Jaemin le dijo que pensara lo que quisiera, por que realmente no le debía explicaciones si de todos modos se iban a divorciar.

Una vez puesta esa carta sobre la mesa, las sospechas de Jeno se volvieron reales, y entonces sucedió el día en que todo se hizo añicos.

Revisó el teléfono de Jaemin, y ahí estaba. Mensajes que habría preferido no leer nunca, del tipo diciéndole en un largo texto cómo se sentía por él, cuánto lo quería, y agradeciéndole todo lo que habían pasado la noche anterior.

Jeno vomitó por horas aquel día, y cuando al fin enfrentó a su esposo, este le respondió simplemente que si no quería salir herido, entonces no debía meterse en sus asuntos, dando así por concluida la conversación, y confirmando todo lo que había temido.

Su amado tenía a alguien más.

Pero, después de todo lo que se odiaron, y después de todo lo que Jeno pasó, estaba dispuesto a dejarlo pasar siempre y cuando Jaemin lo admitiera.

Tenía que decírselo a la cara. Tenía que decirlo.

Pero Jaemin no dijo nada. Simplemente lo miró en silencio, y no había más que recelo en sus ojos cuando sacudió la cabeza.

– No te estoy engañando – susurró.

Jeno lo miró en blanco.

– Vi el mensaje, Jaemin – respondió bajo. Le costaba mucho hablar – y tú no lo negaste –

– Por que llevabas semanas siendo un imbécil – gruñó.

Antes de que Jeno dijera algo, Jaemin se estiró y alcanzó su teléfono sobre la cama. Buscó algo, y entonces le pasó el teléfono a Jeno.

El mismo se encontró con ese mensaje que los había terminado de romper.

– Léelo – demandó Jaemin.

A su pesar, Jeno lo hizo. Comenzó a leer toda la conversación.

Le tomó alrededor de dos minutos abrir la boca y mirar de nuevo a su esposo, que le regresaba una mirada furiosa.

– Yo no te engañé – dijo entre dientes.

– ¿Y no pudiste decirlo antes? – le regresó el aparato – ¿por qué el estúpido de tu jefe te envía estos mensajes para que los revises, de todos modos? –

– Por que somos amigos y quería hacer las cosas bien – se levantó, caminando al baño – igual lo mandaron a la mierda, y se lo merecía, pero aún así, soltero, rico... lo que él sea, fue muy estúpido de tu parte pensar que elegiría a otro que no fueras tú si siempre, aún sabiendo que le gustaba a tanta gente, siempre te elegí a ti. Siempre me gustaste tú –

Jeno se levantó también, sintiéndose abrumado y aliviado al mismo tiempo.

– No puedo creer que no me estabas engañando –

– Yo no engaño – salió, secando su cara con una toalla – y no soporto que no confíen en mí. Sí, hice mal en darle cuerda al malentendido, pero eso no hubiera pasado si no me hubieras acusado. Así que ahora te voy a pedir que te largues de mi cuarto y me dejes solo para poder dejar de llorar y no estar todo hinchado en la boda de tu amado Hyuck –

– Jaemin... –

– Vete – señaló la puerta – vete para que pueda... –

Para que pueda olvidarte.

Jeno no lo iba a dejar decirle eso.

No aún si forcejeó fuera de su boca, lo mordió con fuerza, e intentó quitárselo de encima tanto que rompieron una lampara.

No cuando Jaemin finalmente cedió un poco, y en lugar de alejarlo estiró su cabello, se aferró a su espalda, lo empujó sobre la cama y se subió en su regazo.

Y menos lo dejó cuando en todo momento, mientras lo llenaba de besos y le aseguraba que todo lo que había dicho había sido una cruel mentira, le demostró cuánto lo amaba a él y sólo a él.

Por que la verdad era que, aún si lo intentó, nunca iba a amar otro que no fuera Jaemin.



Este es el primer beso de ellos dos que leemos en esta historia, créanlo o no.

Back to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora