Capítulo 10

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Cuando despertó esa mañana, recordó su nueva misión.

Tenía todo perfectamente planeado.

Esta vez, dejaría que Mark invitara a Donghyuck al baile, y él invitaría a Renjun en su lugar.

Tenía que asegurarse que todo estuviera en orden.

Llegó a la escuela, y cuando se encontró con Donghyuck, suspiró. Estaba perfecto. Más saludable. Más lleno de vida. Mejor que la última vez que lo vio.

Bebió la imagen codiciosamente, lo apreció con amor, y se despidió en silencio.

Por que amó a Donghyuck, y aunque ya no se sintiera de la misma manera, recordaba cómo había sido, y quería lo mejor para él.

Por eso debía dejar ir el recuerdo.

Así que puso su plan en marcha.

Durante la mañana, regaló unas flores a Renjun, quien a cambio le entregó la sonrisa más hermosa, y lo invitó como su cita.

Para su suerte, Renjun aceptó y Jeno se sintió respirar.





La semana transcurrió con normalidad.

Para cuando lo notó, ya era viernes otra vez.

Y ahora estaba listo.

Desayunó huevos cocidos, fue a la ceremonia de graduación en la escuela acompañado de Jisung, y en la noche, era hora del baile.

Recogió a Renjun y un sentimiento embriagador le inundó.

Todo era tan, tan bonito.

Y aunque quiso no hacerlo, su mirada se desvió más que un par de veces a la bonita pareja que hacían Mark y Donghyuck.

Eran el uno para el otro. Y fue exactamente como lo recordaba.

Y Jaemin fue al baile con un tipo que no conocía.

Eso sí fue una sorpresa.

También el hecho de que estuviera borracho, por que según su memoria, en ese entonces Jaemin no bebía, pero supuso que así era como eran las cosas ahora.

También se despidió de él.

Eso dolió un poco más.

Sólo por que ellos ya habían compartido sus vidas una vez. Por que, ¿qué clase de persona diría adiós a algo tan bonito como lo fueron ellos dos y no sentía nada?

No la clase de persona que era él, seguro.

En fin.

La hora de la fiesta llegó al fin, y esta vez se esforzó más.

Decoró hermosamente la habitación donde se quedaría con Renjun, y pasó la noche con él.

Y esta vez, a diferencia de la última, durmieron juntos. No fueron a ningún lado después.

Logró dormir esa noche, pero el remordimiento nunca se fue.

No se pudo explicar por qué.




Despertó otra vez en su cama enorme, en su casa de dos plantas, e inmediatamente se sintió aliviado.

Por fin.

Estiró su brazo y no sintió nada, pero supuso que Renjun debía andar por ahí, así que no le dio mucha importancia y fue directo a ducharse.

Luego, cuándo terminó, bajó a la cocina y se sorprendió poco de no encontrarlo, pero tampoco le dio importancia a eso.

Debió haberlo hecho.

De la nada, comenzó a recibir un montón de mensajes.

Frunció el ceño cuando se dio cuenta que era su jefe, que preguntaba dónde estaba y por qué no se había presentado a trabajar aún.

¿No había pedido el día?

Eso lo alteró un poco, hasta que encontró la invitación en la mesita junto a la puerta.

Estaba empolvada, por alguna razón, pero era para ese día.

La boda de Mark y Donghyuck.

Rió para sí mismo.

Mark era todo hombre. Él debía tener su vida perfectamente planeada si, en todas las vidas, siempre elegía casarse el mismo día.

Pero cuando bajó la mirada, dejó de reír.

En lugar de la foto de su propia boda, había una fotografía de él en un día de pesca cuando era unos cinco años más joven.

Eso sí lo desorientó.

Primero, por que no sabía pescar, y no pensaba haberse sentido interesado nunca en ello.

Segundo, por que cuando miró alrededor, todas las fotografías aparecía él y sólo él.

Pescando, en excursiones, escalando, haciendo canotaje... cosas que nunca antes hizo, y que no le habría pasado por la cabeza hacer tampoco.

Lo desconcertó que cuando, luego de una breve búsqueda en su teléfono, se encontró con que el último mensaje de Renjun había sido hacía más de 4 meses, en su cumpleaños.

Un mensaje al que Jeno respondió con un simple "gracias".

Pero antes de que pudiera pensarlo una vez más, su teléfono anunció una llamada.

– ¿Diga? –

– ¿Piensas venir a trabajar? – preguntó la voz enojada – te he mensajeado todo el día. ¿Estás enfermo o algo así? –

Bueno, sí. Se sentía enfermo.

¿Sería prudente preguntar a su jefe dónde se suponía que trabajaban? ¿Y haciendo qué, exactamente?

Mira – suspiró – sé que es un día difícil para ti. Renjun me lo advirtió. Pero me pediste que actuara como si nada y eso es lo que estoy haciendo. Tienes 40 minutos para llegar y ni un segundo más – cortó.

Jeno parpadeó confundido.

Pero se dijo así mismo que posiblemente no tenía otra opción, así que optó por hacer lo que el otro le pedía. Ya sabría que hacer cuando llegara al lugar. Afortunadamente, su teléfono tenía localizadas su casa y oficina.

Se vistió, sintiéndose pesado, y condujo completamente ido.

Cuando llegó al edificio, se encontró con que conocía la empresa, y era lo mismo que había hecho en su otra vida, pero la competencia.

Tuvo que leer el mapa de la recepción para ubicarse, y seguir direcciones discretamente para encontrar su área.

Al menos su oficina era más grande.

En automático, encendió su computadora, comenzó a leer correos y pendientes, y se puso a trabajar.

No llevaba ni un minuto cuando se dejó llevar y, de la nada, estaba sollozando en su asiento.

¿Ahora qué mierda?

¿Qué había hecho mal?

No pudo contenerse más. Los sollozos y lamentos bajos se habían convertido en llanto histérico y un feo ataque de ansiedad.

Se sentía completamente perdido. Sin rumbo.

Solo.

Sin meditarlo mucho, se decidió a llamar a la única persona que siempre, siempre lo hacía sentir mejor.

Quiso lanzarse por la ventana cuando no encontró rastro de él en su vida.

Lo necesitaba mucho.

Necesitaba a Jaemin.

AHORA SÍ LO NECESITAS.

Te detesto.

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