Capítulo 17

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Cuando Jeno abrió los ojos, ya no estaba en la casa de su vecino.

Estaba en su propia habitación, la luz era más brillante.

– Ma – llamó agitado.

– ¿Qué tienes, bebé? – dijo preocupada, sujetando su rostro para mirarlo con atención – ¿por qué estás llorando? –

– ¿Dónde está Jisung? –

– ¿Jisung? – preguntó confundida – acabo de verlo por la ventana de la cocina. Estaba quitando su uniforme del tendedero. ¿Por qué? –

Sólo entonces respiró aliviado, y apenas en ese momento notó que su madre lucía más joven.

Estaba de regreso.

– Dios – se dejó caer sobre la almohada – no quise asustarte, perdón. Tuve una pesadilla muy realista –

– Uf, me ha pasado – negó disgustada – pero bueno, mi amor. Ya es hora de despertar – dejó un beso en su cabeza – te espero abajo. Y muévete. Vas tarde –

Jeno negó divertido.

Bien. No importaba. Esto era una nueva oportunidad.

Debía dejar de ser egoísta y salvarlos a todos.

Tenía que hacer todo como antes.

Así que lo hizo.

Se levantó, se duchó, y se puso su uniforme feo.

Bajó la escalera y esperó pacientemente a que su madre le sirviera el desayuno, pero algo andaba mal.

– ¿No había kimchi? – preguntó con el ceño fruncido.

– Hoy es tu baile. Debes comer ligero para que te veas bien en las fotos, y come mucha comida deliciosa después –

Eso lo cambió todo.

– ¿El baile es hoy? –

– ¿En serio? – resopló divertida – te la pasaste toda la semana hablando de lo emocionado que estabas de haber regresado con Hyuck y que él será tu cita. ¿Ahora no lo recuerdas? –

– ¿Por qué regresé con Hyuck? – negó – es una relación horrible –

Su madre lo miró confundida antes de soltar una risotada.

– Estamos de acuerdo en eso – negó risueña – no sé hijo. Siempre pensé que terminarías con alguien más. Y hablando de alguien más – lo miró, luciendo extrañada de repente – un muchacho te llamó hoy en la mañana –

– ¿Quién? –

– No me dijo, pero dejó un mensaje: "ve tan rápido como tengas que ir. Esta es tu última oportunidad" – lo miró – ¿a qué se refiere? –

– Es una carrera – respondió – pero el maldito es un tramposo – murmuró eso último.

Su madre iba a preguntar, pero alguien tocó la puerta.

– Yo voy – se excusó, saltando de su silla.

Apenas abrió y distinguió la brillante sonrisa, lo atrajo en un abrazo.

– Woah, buenos días – rió el otro, palmeando suavemente su espalda – ¿soñaste que morí o algo así? –

– La pesadilla más horrible – asintió sin separarse.

– Uf, me ha pasado – rió de nuevo – apesta –

Jeno se separó para mirarlo y se sintió tranquilo por un momento.

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