14. Quizás te quiero.

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¿Un beso?

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¿Un beso?... ¿a Emma Honley?

Qué estupidez. Por supuesto que no, ni en un millón de años. ¿Por qué demonios lo haría? Esta es precisamente la razón por la que odio los juegos de verdad o reto, por este tipo de cosas raras que te ponen a hacer o confesar.

Y, ¿por qué carajo elegiste reto, Hon?

¿Quién en su sano juicio elige reto en este maldito juego?

No entiendo esta repentina petición, pero está claro que no lo haré. Solo pensar en ello me eriza la piel. Y mucho menos lo haré sabiendo que ella es la chica que le gusta a mi hermano; eso sería la peor traición.

Me rehúso rotundamente a darle un beso a Hon. No es por repugnancia, ni nada por el estilo; simplemente no lo haría por un millón de razones. Solo la considero... ¿mi amiga? Tal vez.

Miro a mi hermano y noto su desconcierto. Al volver la mirada a Hon, una idea se forma en mi mente.

—Somos hermanas —miento, intentando sonar convincente. Le guiño un ojo a Hon.

Ella capta la señal y parece aliviada, además de que realmente desea salir de esa situación.

—Sí, somos hermanas —confirma, esbozando una leve sonrisa y añade—: Creo que hacer eso sería... ¿asqueroso?

El grupo queda en silencio, sin saber qué responder. Empiezo a darme la vuelta, cuando un chico exclama:

—¡¿Y por qué no se parecen?!

Mierda. Tenía que llegar el idiota que preguntara eso. Es cierto, no nos parecemos en nada: mis ojos color marrón y los de ella, verdes; su cabello rubio y el mío, pelirrojo... no tengo excusa. Me quedo en silencio unos segundos hasta que finalmente pienso en una respuesta.

—Ella se parece a nuestra madre, yo a mi padre —digo, lo único que se me ocurre en ese momento. Supongo que tiene sentido, ¿no? Solo espero que no sepan que Will y Wend se parecen más a mi madre.

No decimos nada más. Tomo a Hon del brazo y la arrastro hacia la salida antes de que otro idiota pregunte algo más. Apenas salimos de ahí, siento un alivio, y escucho a Hon reír.

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