SCP-ES-372: Vox Populi.

1.2K 56 26
                                    

El SCP-2295 irrumpió majestuoso en los altos salones del Anfisino, desencadenando una oleada de emociones indescriptibles y una resonancia vibrante que envolvió a todas las presentes.

Cada movimiento de la anomalía segura era como un golpe de poder, una sinfonía de letras y palabras que erosionaban la muralla de codicia que las Brujas habían erigido a su alrededor. Resultó ser un acontecimiento insultantemente exquisito, que sembró la semilla de la transformación.

Las figuras destacadas de la sociedad, como azucarillos en el té, se desvanecieron ante la presencia del SCP-2295, como una tormenta de espejismos que desafió sus percepciones.

Tras su paso, el aire estaba cargado de electricidad, las miradas se alzaron con una intensidad apenas contenida, y los latidos de los corazones intentaban ocultar un torrente de emociones que ellas mismas apenas podían comprender.

Desde el primer momento, fueron arrastradas por una fuerza que las llevó al límite en tierras áridas, experimentando la embriagadora dosis de adrenalina que el SCP-2295 despertó en sus almas.

Los suspiros escapaban, revelando la profundidad de la anomalía, algo tan noble y enigmático que apenas podía entreverse, como un presagio de un suceso extraordinario que solo una ciudad como Audapaupadópolis podría albergar.

Los pensamientos tumultuosos chocaban como olas en el océano de sus mentes, sin poder contener la avalancha de emociones desatada por la presencia divina y desconcertante del SCP-2295.

El SCP-2295, con su presencia impactante, dejó una huella imborrable en las mentes de las Brujas, desafiando su codicia y sacudiendo sus posturas. Su paso fue como una tormenta que desintegró la imagen que las Brujas intentaban mantener.

El impacto de la anomalía se sintió en cada suspiro y en la mirada de cada una de las mujeres más poderosas presentes. Fue una experiencia que despertó emociones intensas y sacudió el oxígeno circulante en el Anfisino.

El SCP-2295 se destacó por su nobleza y singularidad, dejando una impronta tan profunda que muchas no estaban dispuestas a reconocer. Fue una anomalía digna, que desencadenó pensamientos turbulentos y emociones ardientes, dejando a todas las presentes esperando un suceso extraordinario que pudiera igualar su impacto.

Cada elemento del SCP-2295 parecía reflejar una espiritualidad enraizada en lo más íntimo del universo, como si fueran pollos criados en granjas celestiales que, en su euforia colectiva, lograran eclipsar de forma inimaginable el sonido atronador, rugiente y mastodóntico de las máquinas industriales del Sabato.

Parecía haber algo que pudiera equilibrar la balanza entre estos destinos de una exquisita opacidad e inconcebibles deslumbrantes.

Lo enigmático, lo aterrador y lo excepcional se mantenía apacible, como el hambre de una bestia nacida de la crueldad y el temor que acecha a los más vulnerables e incluso a los más orgullosos.

- Era como si fuera el mismo Sol - exclamó con un exaltado y eufórico fervor Eva, moviéndose con un porte que enaltecía su divino ser y su cabellera; estrechó sus manos y esbozó una sonrisa agradecida al contemplar el SCP-2295.

- Eso es maravilloso, amor, una anomalía tan digna de su propósito, tan benévola. Me agrada saber que existan seres así, ya sea que sean conscientes o no de sus actos; la diferencia es abismal, mis hijos estan con la mayor de las suertes - expresó Adán con completa gratitud y calma, dibujando una sonrisa en su rostro suave y ungido.

- Para mí resultó sumamente fascinante, quiero decir... me gustó. Pero, caray, me quitaría un inmenso peso de terror y aflicción, aunque me perturbaría saber que tengo un órgano hecho de tela -admitió Azura, enigmática progenie de Adán y Eva. Era una criatura de belleza singular.

WATCHING SCP'S ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora