SCP-073: Caín.

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Música para acompañar el capítulo:

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Música para acompañar el capítulo:

Dying Light: Horizon.

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Brevemente las manos de los titanes temblaron como si fuesen de carne y hueso bajo la carga que significa sostener la pantalla.

Grietas los rodearon como lianas que marcaban y hundian su piedrosa y polvorienta figura, con su infame mirada de desdén.

El interior de su carga escalo hasta refugiarse fuera de la mirada del Sol, fuera de las intenciones de aquellas que le miraban con un impulso enfermo de saber y saber.

Algo que alguna vez fue una calma ahora camina entre tensiones, los rostros de estas mujeres de otro mundo eran máscaras talladas de teatro, desde la ira hasta la apatia o la tristeza.

Eso se instalo en el ambiente entre los entrecejos de las grietas del Anfisino.

El Sol todavia las miraba burlonamente, acompañando a los titanes en su acto cruel de mirar.

Algo inferior que se alzaba para encarar a la marea emocional que se sacudia en el interior de cada una de ellas, cada azote dolia pero y sin embargo, resistían...

¿Pero por cuanto tiempo?

La respuesta fue tajada al finalizar su anterior visualización al SCP-1027-JP.

Esa necedad por incluso tratar a anomalías vivientes y concientes como mero objeto de placer, una droga que satisfacia a otros y lastimaba a la anomalía.

Era insultante que incluso ellos, la humanidad del otro lado se prestara al trafico de lo anómalo como si nunca tuvieran miedo de algo, como si su misma conciencia les empujará.

Ciertamente eso les permitía producir instancias del SCP-1027-JP como si fuera algo de uso, nunca algo que cuidar, una adicción con la mentalidad de un producto, les disparo un escalofrío a estas brujas y demonias por el riesgo de una obsesión de algo temporal, un mal empujon.

Una acción que fue castigada como desagradable, irrespetuosa e inutil por parte de las Niñas del Walpurgis y las Demonias.

Potenciada incluso por aquellas miradas que se intercambiaban, bailando por los aires hasta golpear a la misma idea del existir del SCP-1027-JP.

¿Qué demonios le pasaba a esta humanidad para traficar con una droga viviente y anómala, una flor blanca en manos de puercos?

Y desde ese punto, los titanes imponentes que sostenian a sus espaldas la pantalla retemblaron y se agrietaban un poco más.

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