•SEVERUS SNAPE• (fanfic, parte II)

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....Dos semanas después....

—¿Profesora? –levanto la vista de mi libro Teoría de la Magia Defensiva y observo a Anna McKartey, una Gryffindor de cabello negro como la brea y rizado con esa piel nocturna tan hermosa– Ya terminé mi trabajo.

Otros se ponen de pie y alzan sus pergaminos afirmando que también terminaron.

—Bien, entonces asegúrense de que su pergamino tiene nombre y pueden retirarse, sin hacer alboroto o los dejo aquí sentados hasta que termine la hora. –todos se apresuran a seguir mi orden y salen en fila sin hacer ruido hacia los pasillos– ¡No hagan escándalo, al celador eso no le va a gustar y no querran pasar el fin de semana castigados!

Una vez que el aula está desierta, continuo leyendo sobre los encantamientos defensivos, consumiendo cada párrafo con una avidez implacable.

Resulta interesante por fin estar rodeada de magos vivos. Ya tenía los pelos de punta de tanto leer sobre conocimientos entelarañados de personas que habían dejado este mundo hace mucho tiempo y que no podían decirme si lo hacía bien con mis técnicas.

—¿Nadie le advirtió que no se permite dejar salir antes a los alumnos? –me detengo en la línea donde se menciona que jamás hay que quitar la vista del enemigo y levanto la cabeza para encontrarme con esos ojos obsidiana– Flich ya esta jodiendo con encadenar por los tobillos a los que se escaparon de clase.

—¿Eso significa que Flich es tu gato faldero como lo es la señora Norris? –me pongo de pie y apoyo ambas palmas sobre el escritorio, con la espalda recta y la vista muy fija en él– ¿Irá corriendo a mencionarle cada uno de mis movimientos, profesor?

—No. –zanja con una mueca de disgusto y observa los pergaminos, toma uno como si se tratara de un pañal sucio y lo revisa haciendo pinzas con los dedos índice y pulgar al inicio y al final del papel– Interesante, ahora hablan de pensamientos felices... –levanta la ceja con curiosidad y me observa de arriba a abajo– ¿Quiere enseñarles a lanzar un Patronus?

—Quizás, ¿eso le molesta, profesor Snape? –susurro con dulzura y me acerco a él para quitarle el pergamino de mi estudiante.

—Caminas sobre hielo fino cada vez que te atreves a desafiarme. –gruñe acercando su cara a la mía.

—No lo desafió a usted, Severus. –gruño devuelta y me acerco un poco más, casi rosando su larga nariz con la mía– En todo caso estaría desafiando al profesor Dumbledore.

Presiona los labios sin despegar la vista de mis ojos, parece que se pone más pálido y por imposible que parezca, sus ojos se oscurecen más.

—Le complicará la vida a esos estudiantes y cuando no logren lanzar un Patronus la culparan a usted. –advierte tocando mi nariz con la punta de la suya– No querrá decepcionar a sus estudiantes, ¿o sí?

—Que resulte complicado para un adulto lanzar un Patronus, no significa que lo sea también para unos niños. –muevo mi cara un poco y le susurro al oído, muy cerca de la mejilla– Los niños tienen más imaginación y sus emociones son más fuertes, por eso necesitan aprender desde jóvenes porque los adultos son un montón de estirados reprimidos.

Vuelvo a mirarlo y al parecer algo de lo que he dicho lo ha sorprendido, porque ya no frunce las cejas como si quisiera matarme.

—No deje salir a sus estudiantes antes de que termine el horario de clases, profesora Brekker. –zanja la conversación y pasa por mi lado en un susurro de su capa.

—Lo pensaré. –tomo mi libro y encantó los pergaminos para que se eleven en un montón organizado y me sigan.

Mi comentario deja perplejo a Snape, por lo que paso por su lado, apenas rozando su brazo y me giro un poco para dirigirle un último pensamiento.

REX CUENTA HISTORIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora