•DESEO•

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DESEO

No hay nada más hermoso que vivir en la costa. Tan cerca del mar y tan lejos de las personas, y dicha belleza no mengua cuando Valeria debe soportar por las noches los gritos de sus padres, tan cobardes que no son capaces de divorciarse por el simple hecho de que no soportan la idea de aguantar las criticas de sus conocidos. Tantos años fingiendo un matrimonio perfecto y luego... la mentira colapsa.

A media noche cuando todo esta en penumbras la chica se sienta en la ventana y admira las estrellas, la luz de la luna ilumina la orilla del mar y es tan maravilloso que es difícil explicarlo con simples palabras mortales.

Pide un deseo a la estrella más brillante y cercana a la luna, exige ser liberada de su tormento. Lo malo de los deseos desesperados es que no no hay especificaciones, así que, quién sea que la escuche hará lo que le plazca para liberarla, sin importar el cómo, porque hay una gran laguna de interpretaciones existentes para ese simple deseo.

Dos noches después, pasaba de la una de la madrugada y sus padres no habían puesto un pie en la casa desde la mañana, la chica tenía hambre y la alacena estaba casi vacía.

Se las ingenió para preparar algo, ya que su madre entre sus berrinches y enojos con su padre seguro que se le había olvidado comprar la despensa, así de fácil como olvidan que tienen una hija.

Después de cenar, la chica toma su mochila y una linterna para dar un paseo por la playa descalza y en pijama, sintiéndose a veces prisionera de su propia casa, Dios sabe que vivir no es fácil y lo es mucho menos cuando no tienes medios para escapar.

El aire sopla y su vello se eriza extasiado por la frescura de la noche y el delicioso olor salado procedente del mar.

Eso resulta suficiente para olvidarlo todo, las penas, los berrinches y las malas rachas. La falta de sueño y el escaso interés de mirar a la cara a sus padres cada día, toda pelea hace que la pobre Valeria pierda un pedazo de sí misma cada vez.

Podría decirse de alguna manera que su vida tiene un largo camino marcado por los fragmentos de su corazón esparcidos en piedrecitas filosas.

"Esta noche es especial y hermosa, no hay gritos ni golpes, solo un cielo despejado y radiante como jamás lo había notado, es diferente a todas las noches que he visto en toda mi vida, por primera vez reina la tranquilidad" piensa la joven mientras camina disfrutando la textura de la arena en los pies y con las manos sosteniendo las correas de la mochila.

Camina hasta llegar a una roca enorme, a la que trepa con extremo cuidado guiándose únicamente por la luz de la luna, aunque no con la suficiente inteligencia.

La chica resbala y lo único que alcanza a hacer es sacar una exhalación de susto, con un quejido se pone de pie sacudiendo la arena de su ropa y una sonrisa en la cara pensando en lo torpe que es.

Enciende la linterna y nota como sus rodillas y codos sangran levemente por los rasguños poco profundos que se acaba de hacer, pero no le interesa, lo más emocionante son las nuevas sensaciones de libertad que está viviendo. Libertad temporal, recuerda con amargura.

Estoy seguro de que en su mente estarán juzgando a la pobre chica por no haber sacado la linterna antes de trepar, pero no todo en esta vida se puede, recuerden que ella es humana y repitan conmigo "los humanos cometen errores, eso es lo que los hace humanos".

Intenta subir otra vez, pero en esta ocasión coloca la mini linterna en su boca y logra subir algo adolorida a la cima de la piedra, se acuesta en su fría y aspera superficie, a la vez que cierra los ojos.

Después de lo que parecieron dos minutos, abre los ojos y algo aturdida se sienta.

Antes sentía los pinchazos de los bordes de la roca, sin embargo, ahora todo es suave y cómodo. ¿Cómo una piedra se vuelve cómoda en dos segundos?

REX CUENTA HISTORIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora