○EL NATURISTA Y LA SANADORA○

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○EL NATURISTA Y LA SANADORA○

Me levanto temprano con la garganta seca como lija, mi corazón latiendo de manera acelerada y un miedo profundo en las entrañas. Las pesadillas me impiden descansar.

Entro a la cocina como es mi costumbre y preparo mi café mientras reviso que cada papel este en su lugar, debo hacer lo posible por quedarme con el terreno de mi padre, cuando intenté comprarlo me salió el doble de caro porque al pendejo del ejidatario se le "perdió" mi dinero.

Tocan la puerta y yo me apresuró a abrir, al hacerlo lo primero que veo es la cara de preocupación de mi vecino y único amigo, Joel, es abogado y se ha ofrecido a ayudarme a aclarar un asunto agrario.

—Que bueno que ya estés despierta. –me muevo para dejarlo pasar y él lo hace inmediatamente– Surgió un problema.

—Nada de malas noticias hasta que tenga mi café en las manos. –ambos entramos a la cocina y sirvo dos tazas de café, le ofrezco leche y azúcar como le gusta y le doy el primer trago.

Temperatura perfecta, bien equilibrada la cantidad de leche y cafeína, al igual que el dulzor de la miel de abeja, añadiendo un ligero sabor a canela.

Joel me mira impaciente y yo bufo. Lo único perfecto de hoy será mi café y nada más.

—Ahora sí, ¿quién quiere comprar el terreno? –pregunto serena y abre los ojos de sorpresa.

—¿Cómo... –comienza y yo sonrío.

—Es obvio que alguien quiere comprar, es la unica forma en que esto se podría volver peor. A estas alturas, el ejidatario debe estar planeando la forma de evadirme y ya debe estar harto de mi. –sonrío con sorna y tomo otro trago de café con tranquilidad– El chiste es que deben devolverme los 25 mil que "desaparecion" mágicamente hace unos días. –suspiro con cansancio– No me partí el lomo trabajando sólo para que vendan y se hagan pendejos con mi dinero.

—Entonces ¿para qué quieres el dinero de aquel sobre? –pregunta confundido y yo pongo los ojos en blanco.

Buen punto, ¿para qué los necesito si los que me deben son los ejidatarios? Tal vez haga mi última oferta agregando diez mil en efectivo.

—Pensaba hacer una última oferta para quedarme con el terreno, pero lo he pensado bien y no lo necesito, no pelearé más por el, si lo quiere alguien más, que lo compre, pero de que me regresan mi maldito dinero, me lo regresan. –me encojo de hombros y él se levanta.

—Bien, debemos irnos –revisa su reloj– Hay que llegar a tiempo.

Me levanto y ambos salimos de la casa, cierro la puerta y me aferro a mi taza caliente de café, quiero tener algo que hacer mientras alego con esos pendejos y en todo caso, tener algo que arrojar si me hacen emputar.

Caminamos por las calles empedradas y mal hechas de mi pueblito, no es nada llamativo en realidad, pero a mis padres les pareció un buen lugar, poca gente y mucha tranquilidad.

—¿Qué harás si te arrebata ese terreno? –pregunta Joel para enganchar conversación. Se le ve nervioso.

—Aún tengo los otros terrenos, por supuesto ese es el más grande, pero al menos los otros son míos, no daré mucha lucha para entregarlo, solo quiero mi maldito dinero, no dejaré que esos idiotas me vean la cara de estúpida nada más porque soy mujer. –ataco y él asiente frenéticamente.

—Bueno, pues con el recibo de que pagaste el alquiler a tiempo será mucho más fácil ganar el caso. –apuesta emocionado y yo me concentro en mi taza.

Mis padres desaparecieron cuando cumplí los 14 años, tal vez murieron o los mataron, es difícil saberlo cuando eran personas tan cerradas y misteriosas.

REX CUENTA HISTORIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora