•SEVERUS SNAPE• (fanfic, parte IV)

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ADVERTENCIA: El siguiente capítulo tiene contenido explícito de carácter sexual.

—¿Pero qué ha sucedido? –grazna la señora Pomfrey con el semblante desencajado del horror, trato de hablar, pero me falta el aliento.

—No lo sé, Ares viajó... desde América y acaba de llegar. –lo dejo sobre una cama y lo analizo con rapidez, igual que ella– No veo ninguna herida... parece que la sangre viene... de adentro.

—¿Sangrado interno? –lo observa y niega con la cabeza– Cariño, mis pacientes suelen ser niños y adultos, no conozco la constitución de los perros.

—Yo puedo ayudar. –Hagrid hace acto de presencia con la barba crispada y en compañía de Dumbledore– Puedo ayudarle a revisarlo y usted puede darle algún remedio o que sé yo.

—Creo que podríamos necesitar la jaula en la que venía, solo para saber si no hay restos de algo que haya comido. –grazno a la desesperada– Iré por ella.

—No te preocupes, Andrómeda. –con un chasquido, Dumbledore hace aparecer la jaula en la que viajo Ares.

—Yo reviso el abdomen del perro, usted revise sus signos vitales. –ordena Hagrid mientras se pone en acción.

Observo cómo el guardabosques presiona el abdomen de Ares, cómo la señora Pomfrey revisa sus ojos y sus latidos. Me hace sentir tan impotente. Odio quedarme aquí parada sin hacer nada cuando mi perro está en riesgo de perder la vida.

—¿Tienes alguna idea de quién podría dañar a Ares? –abro los ojos y corro hacía la jaula rebuscando entre las mantas que vienen sobre la fría superficie– ¿Andrómeda?

—Quién trajo a Ares es un viejo amigo de la Marina, así que él no fue porque amaba a mi perro casi tanto como ama a los suyos. –encuentro los restos de un polvo blancuzco entre la comida de Ares– No puede ser. –tomo el plato y lo huelo– No puede ser.

—¿Has descubierto que le sucede? –se acerca la señora Pomfrey y yo asiento, ella toma el plato y lo huele– Por Merlín, esto huele a...

Higuera del diablo. –gruño furiosa– Esa... esa... –me tomo del cabello y trato de calmarme, siento la mano cálida de la enfermera sobre mi hombro y yo me hago a un lado– No... no me... no me toque. –mi respiración se acelera y con ello llega la hiperventilación– ¡ESA PUTA VIEJA SE ATREVIÓ A ENVENENAR A MI PERRO! –grito a todo pulmón con la cara caliente de ira– ¡MATARÉ A ESA ANCIANA DE MIERDA!

Grito a diestra y siniestra sin descanso. La señora Pomfrey trata de calmarme, pero como no lo logra decide hacer un antídoto para limpiar el estómago de Ares y aguantar mis gritos un rato más.

No sé en qué momento dejé de gritar, tampoco sé en qué momento me inmovilizaron en una cama. Sólo sé que no podía pensar en nada más que no fuera en vengarme de esa anciana.

Las horas pasan y por fin logran detener la hemorragia interna de Ares, así como también logran purgar la toxina de Ricino.

—Te pondrás bien, mi amor. –grazno entre sollozos tratando de soltarme de las sogas mágicas que me sujetan las muñecas y los tobillos– Pronto estarás bien, cariño.

—Andrómeda. –griro la cabeza y me encuentro con los ojos negros de Snape– ¿Cómo te sientes?

—Severus, gracias a los dioses. ¿Cómo está Ares? Desde esta posición no lo veo con claridad. –grazno desesperada y Severus se va un minuto para hablar con la señora Pomfrey, quien está por salir de la Enfermería– No me dejes, mi amor. Sabes que te amo con el alma.

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⏰ Última actualización: Feb 26 ⏰

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