■ROSS RAMSEY■

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ROSS RAMSEY

—¡Hola! Mi nombre es Ross Ramsey. Tengo diez años, y estoy en este lugar porque.... –se detiene y agacha la cabeza– Todos huyen de mi cuando les digo que un demonio los asecha. No sé por qué corren, yo solo les aviso del peligro, pero ellos no pueden verlos y me llaman loco. –dice el pequeño a una cámara que esta frente a él. Es raro que sea tan maduro para su edad aunque no lo parezca– Pero... las mejores personas están locas.

El niño parece relajado pero sus ojos irritados y su cara demacrada dan a resaltar que no duerme en las noches.

Dice que los monstruos lo acechan, amenazan con hacerle daño, pero Ross no les teme, o al menos eso dice él. Siempre cierra los ojos, aguanta la respiración y cuenta hasta diez.

—Cuéntame esa historia sobre tus padres. ¿Dónde están? ¿Qué les paso exactamente? –ese hombre tan molesto que habla es el Oficial Crawel. Pero que su estatura de enano, su cuerpo rechoncho y su cara de anciano no os engañe, él es un cascarrabias, acosa al niño desde que el señor y la señora Ramsey desaparecieron por arte de magia, busca encerrar al niño en el psiquiátrico por su loco testimonio.

—No es una historia. ¡Son los hechos! –grita el niño histéricamente. Pero el oficial Crawel lo detiene con una bofetada en la mejilla. El niño traga su tristeza y con ello las lágrimas que amenazaban con salir de sus hermosos ojos color miel. Esa acción es ilegal y más cuando no hay un adulto a cargo del pequeño supervisando el interrogatorio.

—No te atrevas a gritar o te meteré al agujero, ¿entiendes? –gruñe el oficial y el niño asiente formando una sonrisa vacía– Ahora, cuéntame de nuevo los hechos de tus padres, ¿dónde están?

—Están con Albus Dumbledore. Muy, muy lejos de aquí. Jamás los encontrarán si ellos no quieren. –ríe y Crawel golpea la mesa de madera con la mano abierta. Ross se sobresalta.

—¡No digas bobadas! ¡Esa no es la historia! ¡Cuéntame la real... Ahora! –grita y el niño se acomoda en su asiento, y ladea la cabeza mirando con curiosidad las facciones del anciano.

Arrugado con manchas, pelillos en la nariz, granos y puntos negros, ojos hundidos, pelo en las orejas y cejas despeinadas. Todo un asco, sin mencionar la enorme verruga peluda que tiene en el cuello. Parece que explotará en algún momento.

—Vale. –Ross toma aire y lo suelta lentamente– Están en Marte, con la Reina Amatista.

—¿Y que rayos hacen en "Marte" según tú? –resalta la palabra formando comillas con sus dedos.

—Usted no lo entendería igual que mis queridos espectadores. –voltea a la derecha donde hay un espejo de esos que pueden ver hacia dentro, pero no de adentro a fuera. Luego dirige su vista otra vez al oficial– No sé por qué están allá, y no sé por qué no han regresado. Lo que si sé es que... –talla sus ojos y bosteza– Los adultos son torpes, no saben guardar secretos y cumplir promesas. Los adultos son... –el oficial levanta una ceja esperando a que mencione una majadería, pero el niño rebusca la palabra correcta– Son traicioneros. Por eso yo jamás creceré. –cruza sus brazos y el oficial talla sus sienes con aburrimiento– Y si no hay más opción, crecere siendo un adulto diferente a usted.

—¿Qué te hace pensar que hay vida en otros planetas? Eso es imposible. Somos los únicos habitantes, los dueños del universo. –escupe Crawel y Ross niega con la cabeza riendo.

—El humano es el único ser que cree que esta solo en el cosmos. El único que cree imposible la idea de que haya vida fuera de este miserable planeta. Respóndame una cosa oficial. –el niño hace crujir sus nudillos y el oficial frunce el entrecejo confundido– Si nosotros podemos crear máquinas, ¿qué le hace pensar que alguien no nos creo a nosotros? ¿Dios es en realidad el creador de nuestra especie o simplemente es una forma de vender mercancía? –el oficial abre los ojos con indignación y Ross se encoge de hombros indiferente a su reacción.

REX CUENTA HISTORIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora