☆UN AMOR SIN BARRERAS☆

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☆UN AMOR SIN BARRERAS☆

Hace unas semanas nos notificaron que algunos de los miembros de la Wehrmacht se quedarían en nuestro pueblo, ubicado a unas horas de Francia, por lo tanto, serían acomodados en las casas más acomodadas para ser atendidos correctamente.

Mi madre los apoya, porque es alemana "aria", pero mi padre... bueno, él no está contento, ni un poco.

—¡Greta! –mi madre grita mi nombre, y a pesar de que estoy en frente no me nota, lo que no es novedad– ¡Greta, respóndeme cuando te hablo! –cierro mi libro y me pongo de pie.

—Madre. –ella vuelve a gritar una vez más, me causa gracia porque cuando lo hace las venas de su cuello se hinchan como si fueran a explotar– ¡Aquí estoy! –levanto la voz para que me escuche, pero parece que se ha ofendido.

—¡No me grites, niña! –grazna furiosa y yo me encojo de hombros mientras me muerdo la lengua para no contestarle con ninguna palabrota– Escucha con atención, sé que tu padre no está de acuerdo en esto y lo ha aceptado lo mejor que puede, así que te pido encarecidamente que te hagas amiga del soldado que venga y lo atiendas como es debido, así tendremos ventaja en la guerra, ya sea que ganemos o no. ¿Entiendes? –me señala con su huesudo dedo y yo aprieto los labios– Para algo debes servir, solterona.

—No haré tal cosa, no me rebajaré solo por un hombre. No soy una prostituta. –me da una bofetada y apenas me muevo, no hago ruido ni respondo a pesar de que la mejilla me arde.

Papá entra en la sala y mira a mi madre con severidad y luego a mi, se acerca para analizar mi mejilla.

—¿Por qué has hecho esto, Magda? ¡Faltan sólo unos minutos para que esas ratas lleguen y tu abofeteas a mi hija! –gruñe maldiciones en voz baja y mi madre se ofende de sobremanera como si ella hubiese recibido la bofetada.

—¿Por qué siempre me tachas como la mala? ¡Yo soy la víctima aquí! ¡Si mi hijo estuviera aquí, me defendería de su abusivo padre y su hija solterona! –grita a pulmón.

Nos da la espalda y va a desquitar su enojo con las señoras de la cocina y la limpieza.

—¿Qué le has dicho para que te golpeara? –toca mi mejilla con suavidad mientras niega lentamente con la cabeza, disconforme.

—Ella quiere que seduzca al soldado que se va a quedar aquí. –lo miro a los ojos y es claro que lo ha entendido– ¡Quiere que me convierta en la prostituta privada del soldado y por supuesto que no haré tal bajeza! –asiente y asiente sin decir nada.

—De acuerdo, estuviste en tu derecho. Lamento que ella te haya llamado solterona, es un término demasiado... –se queda pensando y yo bajo la vista al borde de mi vestido.

—Adecuado, si somos sinceros. –me mira con el ceño fruncido y los labios apretados– Los hombres me consideran demasiado agresiva o demasiado masculina, por eso no me he casado y sigo siendo una carga para ustedes.

—¡Calla esa boca! –gruñe– Ni se te ocurra pensar, ni por un segundo, que eres una carga. Eres mi hija y ningún hombre será suficiente como para merecerte, jamás. Debes estar orgullosa de quien eres y de cómo te he educado. –me yergo orgullosa– Eres más inteligente y fuerte que el resto, a estas alturas se necesita toda la fuerza que esté al alcance para resistir la guerra. ¿Cuándo has visto que una guerra se gane con flores? ¡Jamás! La guerra se gana con fuerza bruta y estrategia, y eso mi querida niña, es lo que tienes en esta cabecita. –da toquecitos a mi sien mientras sonríe.

REX CUENTA HISTORIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora