Lilith había desaparecido, la mujer se había ido sin dejar rastro, dejando solo en el hotel al pequeño niño que había creado y del cual todos se habían encariñado.
— Sin Lilith no podremos hacer nada más que cuidar de él. - anunció el soberano al pecador frente a él.
— ¿Y cuál es el problema majestad?
— Bueno, no quiero que el niño se quede sin uno de sus padres, pero comprenderé si tú no quieres...
— No me involucraré en la vida de ese engendro.
— ¿Qué?, mira bien pedazo de mierda, aunque ninguno de los dos estaba preparado para ese niño, eso no significa que tu maldito imbécil...
— Era broma mi querido soberano, por supuesto que me interesa ser parte de la vida del mocoso, de todos modos, es parte de los dos.
Lucifer lo miraba irritado, mientras Alastor sonreía por ser el causante del desespero del rey, ambos pactaron cuidar y criar del niño; el rey del infierno lo hacía por el cariño que ya sentía hacia el menor, mientras el demonio de la radio estaba dispuesto a jugar a la casita si ese niño lo ponía en la cima del infierno, al fin y al cabo era un heredero.
Pasaron tres años, en los cuales ambos estuvieron presentes en la crianza del infante, llevándolo a parques de diversiones, enseñándole como controlar sus prematuros poderes y contándole cuentos para dormir. En una noche el pequeño corrió hasta la habitación de Lucifer, llorando y asustado, el ángel caído se paró deprisa, tomándolo en sus manos mientras miraba a su alrededor, buscando algún peligro para el menor.
— ¿Qué pasa mi pequeño cervatillo? - dijo con dulzura.
— Había una cosa en mi cuarto. - su voz era amortiguada por tener el rostro pegado al pecho de su padre.
— ¿Quieres que vaya a revisar? - preguntó con calma, el menor negó.
— Quiero dormir aquí, contigo. - al separarse un poco de su padre, Lucifer vio aquellos hermosos ojos rojos cristalizados.
— ¿Qué te parece si damos un paseo?, y si aún no quieres ir a tu cama te quedas conmigo.
— ¿A dónde vamos? - Lucifer chasqueo los dedos y su característico traje apareció.
— A un lugar especial. - al salir al balcón, el soberano dejó salir sus alas, con las cuales el niño quedó maravillado.
Volaron por toda la ciudad hasta llegar a un gran castillo, en el cual fueron recibidos por demonios que los reverenciaban.
— ¿Charlie? - el menor apuntó a un cuadro gigante que había en la pared.
— Sí, también está la tía Lilith y papá. - Lucifer suspiró nostálgico. — Y mira, allá está uno contigo. - apuntó otro cuadro en el cual ya no estaba Lilith, pero sí Alastor.
— ¿Dónde estamos? - preguntó con curiosidad.
— En el castillo del rey.
— ¿Aquí vive un rey?
— Sí, un poderoso y fantástico rey, el cual tiene una princesa y un príncipe, llamados Charlie y Luke.
— Yo me llamo Luke.
— ¿En serio?, oh, perdone mi insolencia, majestad. - Lucifer bajó al niño e hizo una reverencia, ante esto el infante solo rió. — ¿Quieres ver un paraíso tan hermoso que el mismo cielo envidiaría?
— ¡Sí!
— Entonces venga conmigo, mi querido príncipe. - ambos se tomaron de las manos y caminaron por los pasillos, hasta llegar a una gran puerta de color dorado. — ¿Está listo, majestad? - el pequeño asintió y la puerta fue abierta, sus ojos se iluminaron y su boquita se abrió ante el asombro, campos verdes, un río de agua cristalina se podía ver en el centro, árboles y flores con tantos colores y aromas. Luke se soltó de la mano del soberano y corrió por todo el lugar, curioso al ver tanto color y vida. — ¿Te gusta?
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Gotas de agua
FanfictionLucifer y Alastor tienen un hijo al cual criaron juntos, pero a pesar de eso jamás pensaron en tener una relación sentimental. Hasta que un ángel llegó a sus vidas, más bien, a la vida del gobernante del infierno. Este ángel era idéntico a su exaspe...