El rey

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Advertencia ⚠️:
Este capítulo contiene violencia contra un menor de edad, se recomienda discreción.

Por fin se dirá lo que paso entre Luke y Alastor.

Disfruten.

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Lucifer se presentaba a una reunión, todos los pecados, reyes y soberanos estaban presentes, la élite del infierno se encontraba en el lugar, todos vestidos con telas negras, mostrando luto. Con un movimiento de su mano los sirvientes trajeron ante ellos un carrito con regalos de todo tipo, estos iban acompañados de cartas que demostraban o pretendían demostrar sus condolencias hacia los gobernantes. Sin decir una palabra, Lucifer incendió todos los presentes, las almas pecadoras quedaron sorprendidas ante esta acción, mientras Alastor fruncía el ceño.

— Agradecería que dejaran de mandar esta mierda a mi puerta y a la de mi hija. - dijo con completa tranquilidad. — No pretendan entender comprender lo que es que te arrebaten a un hijo. - sus codos se clavaron en los antebrazos de su silla, mientras sus manos se unían frente a él. — Y lo más importante, el príncipe no está muerto, así que mataré a aquellos que siquiera piensen tal cosa y  torturaré a los que mantienen un falso luto.

Realmente nadie sabía por qué se habían llevado al segundo hijo del rey, pero habían visto lo mal que se veía cuando aquel arcángel lo llevaba hacia el portal. Nadie lo mencionaría, no eran tan estúpidos para cometer ese error frente al gobernante, pero todos o por lo menos la mayoría dudaba que el querido príncipe del pecado del orgullo hubiera sobrevivido a aquella herida mortal.

— Ahora, por lo que estamos aquí. - todos tomaron asiento. — El cielo rompió el pacto que teníamos. - los presentes se tensaron. — Con ello los exterminios se han vuelto un acto de guerra directo.

— Señor… - Carmilla se paró. — ¿Eso no condenaría al infierno y las almas que lo habitan?

— ¿Ser exterminado sin posibilidad de defenderse te parece la mejor opción? - la mujer calló. — Tenemos la oportunidad de defendernos, si no quieren luchar y prefieren refugiarse en sus torres, lo entenderé, pero participarán en proteger estas tierras, armas, estrategias, todo lo que se necesite lo proveerán sin excusas o fallos, esto es obligatorio. - sentenció sin lugar a objeciones.

— Tiene mi apoyo, mi rey. - Camilo se levantó. — Armaré a su ejército, si así me lo permite. - reverencio esperando ser aceptado.

— Camilo. - reprochó su madre.

— Si esa es tu voluntad, tu rey te lo agradece y prometo darte mi protección.

— Lo único que quiero es justicia y que nuestro príncipe regrese. - el monarca asintió.

— No dejaremos que nos quiten nada más. - Alastor pudo percibir una determinación y venganza igualada en la mirada de aquellos dos.

Asmodeus, Mamon y Belzebu apoyaron al soberano, los demás aún estaban dudosos, pero al ser una orden no pudieron negarse. Cuando el rey anunció el final de aquella reunión, todos salieron, quedando tres pecados, Alastor, Camilo y el rey.

— Lu. - hablo de forma casi maternal el pecado de la gula. — ¿Quieres hablar de… aquel día? - le costó formular aquella pregunta.

— Estamos preocupados por ti. - siguió el pecado de la lujuria.

— Sí, desapareciste una semana y luego regresas convocando a todo el circo para decirnos que entraremos en guerra. - exclamó la avaricia.

— No necesito que se preocupen por mí, vuelvan a sus anillos y anuncien a su gente como procederemos ante el siguiente exterminio. - Asmodeus quiso insistir, pero Belzebu negó, podía sentir la agonía de su rey, era consciente de que estaba cayendo en un pozo sin fondo, pero era demasiado orgulloso para admitirlo y si lo presionaban lo alejarían, lo cual los dejaría con menos respuestas.

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