Por el día del niño y porque sentí que el capítulo de esta semana era muy vago, así que les traigo este como recompensa.
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— Nunca pensé que sabrías curar.
— Y yo nunca me esperé que tu autocuración fuera tan poco efectiva.
— Bueno, mi padre es un pecador, no puedes ser tan perfecto en la vida. - se quejó al sentir un fuerte apretón en el vendaje.
— Te volviste un arrogante.
— Soy un príncipe, no hay más explicación.
— Creo que me agradaba más el tú de años atrás. - Luke miró el techo.
— Nada se queda como se dejó.
— En eso tienes razón. - Camilo miró al chico. — Pero no fui yo quien te dejó.
Luke parpadeó, vio a Carmine por unos segundos antes de apartar la mirada.
— Lamento no haberte avisado.
— ¿Qué fue lo que pasó?
— No pude seguir las reglas del juego. - Camilo lo miró confundido antes de recordar que su relación era solo un escape de sus realidades.
Por parte de Carmine era la autoexigencia, toda su familia era la mejor, no podía demostrar menos que la perfección, eso muchas veces lo agotaba, queriendo escapar, huir, alejarse, desaparecer; claro que eso no era tan sencillo, no puedes hacer ninguna de esas cosas cuando eres esclavo de tus pensamientos.
Recordaba ese exterminio, todos huyendo e intentando salvar sus vidas, él, por su parte, caminaba tranquilamente por la ciudad, esperando e irónicamente rezando para qué lo liberaran de su condena. El chico se puso enfrente de un grupo de exterminadores.
— ¡Ey, mierda divina! - los ángeles lo miraron. — Seres repugnantes y patéticos.
— Miren nada más, una pequeña mierda que quiere morir. - se burlaron. — Démosle lo que tanto pide.
Camilo cerró los ojos, esperando que de esa forma su mente se callara de una buena vez.
— ¿Ese no es el estúpido mocoso de Lucifer? - escuchó gritos y sintió un líquido salpicar su rostro.
— Oye idiota, ¿qué crees que haces? - abrió los ojos al sentir como sacudían su cuerpo. — Si no quieres morir, lárgate de aquí. - le ordenó un preadolescente de lo que él calculó tendría trece años y estaba bañado de sangre angelical, miró detrás de él y ahí, en el suelo, yacían los cuerpos de cuatro exterminadores. — ¿No me oíste?, vete de aquí. - al no ver respuesta en el pecador, el chico bufó, abrió un portal y lo obligó a cruzar. — Bien, quédate aquí. - el menor hizo el ademán de irse.
— Espera, ¿dónde estoy?
— En el castillo de Lucifer. - Carmine abrió los ojos ante la sorpresa. — Ya voy, ¡oye! - al volver a ver a su salvador, este se encontraba discutiendo con una sombra. — En fin, si quieres darte una ducha, el baño está por allá. - apuntó una puerta. — Te aconsejo dártelo, apestas a mierda angelical. - antes de que pudieran decir otra cosa, un tentáculo negro tomó el brazo del menor y lo jaló de vuelta por aquel círculo rojo, solo escuchó las quejas y maldiciones que soltaba el chico antes de que se cerrara el portal. Por su parte, Camilo tomó el consejo y se lavó.
— Ya no soporto a ese tipo. - se quejaba el menor antes de abrir la puerta de su habitación, olvidando claramente que había dejado a alguien ahí minutos atrás. — Pero que... - Carmine pudo notar como el menor parpadeo por unos segundos, en los cuales sus mejillas se sonrojaron tanto que el color viajó hasta su cuello. — ¡Lo siento! - decía mientras cerraba la puerta con gran fuerza que hasta las paredes temblaron.
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Gotas de agua
FanfictionLucifer y Alastor tienen un hijo al cual criaron juntos, pero a pesar de eso jamás pensaron en tener una relación sentimental. Hasta que un ángel llegó a sus vidas, más bien, a la vida del gobernante del infierno. Este ángel era idéntico a su exaspe...