10 - La recompensa que habita en un castigo.

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Liliana era un manojo de nervios

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Liliana era un manojo de nervios.


Había llegado a la escuela diez minutos después de haber recibido la llamada del director. Eran las dos con trece minutos cuando cruzó la puerta de la escuela, dónde al llegar, vió a cuatro niños sentados en el pasillo fuera de la dirección. Sus dos chamacos, Joel, y Samuel, quien presentaba una horrible imagen a pesar de que ya lo había atendido y limpiado la enfermera de la tarde. Tenia la camiseta del uniforme manchada de rojo, lo cual a simple vista intuyó como sangre. El prefecto Julián estaba ahí de píe acompañándolos, hasta que la vio cruzar el pasillo. —Es la madre de Miguel ¿verdad?, adelante, la están esperando.

El estómago se le encogió. ¿Qué habían hecho sus niños?

El director le explicó la situación a detalle, basándose en lo que le dijeron los niños, la victima en cuestión y sobre todo, en lo que vio Julián, quien corroboraba que Samuel ya estaba muy maltratado para cuando llegaron. Ahí  el director le explicó qué los dos niños bajo su cargo, habían ayudado a evitar un "accidente" que pudo haber sido fatal  —Sin embargo, como es sabido...en esta institución no permitimos qué nuestros alumnos acudan a actos de violencia por nada del mundo. Como sabrás, nuestro pueblo se está desarrollando rápidamente, muchos de los alumnos que tenemos se deben a qué estudiantes de pueblos aledaños vienen hasta acá por qué no poseen más que kínder y primaria. Las cosas se están movilizando para nosotros. Así qué debemos corregir estos actos en cuanto se presenten.  Así qué se les dejará pasar por está vez, ya qué fue fuera de las instalaciones. Aunque, claro, como pertenecen a está institución, se les asignará una tarea a forma de castigo, con el que deberan cumplir si o sí. Tambien, Liliana, deberas hablar con ellos. Diles que hay FORMAS. La sociedad tiene sus reglas y se deben respetar.

   —E-entiendo...muy bien —dijo Liliana, no muy convencida–. Y ¿Qué hay de los culpables? Por lo qué me dices son muy peligrosos. ¡Intentaron matar a un niño, después de todo!

   —Por lo pronto, solo puedo asegurar su pronta expulsión. Lo démas, lo dejaremos a las autoridades competentes.

   —Entiendo...y si se puede saber...¿qué hay de Joel? El estaba con mis niños, según me cuenta...—preguntó curiosa.

   —Bueno, ¡es obvio! Lo aceptamos en el turno de la mañana, con la condición de qué no se méteria en problemas. Y eso fue lo que hizo justo hoy. Golpeó a uno de los implicados y lo dejó inconciente.

   —Pero...pero fue por ayudar a un amigo. Si no hubiese hecho lo qué-

   —Los motivos no interesan —La interrumpió el hombre—. Por lo pronto, Liliana, debes contentarte con qué tu hijo y sobrino quedarán exentos por está ocasión. No quieras abusar de nuestra amistad. Es todo lo que puedo hacer. Te informaré de la actividad que realizaran en cuanto arreglemos este asunto y se presente dicha oportunidad. Puedes retirarte. Sí está la madre de Samuel o de Joel, pasala. Preferentemente la de Joel.

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