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La suave brisa despeinaba su cabello, cualquier intento de arreglarlo fallaba. Los jugadores pasaban a su alrededor, haciéndola parecer aún más despeinada y haciéndole sentir mucha más adrenalina.
Oliver Wood, su novio, volteaba cada cierto tiempo a mirarla; asegurándose de que estaba ahí, viéndolo; con su camisa del equipo puesta y con ese lindo labial que le daba ganas de ir hasta allá y besarla sin parar.
Las mejillas rojas de la Gryffindor le daban un lindo toque a su rostro, y ni hablar de esa adorable sonrisa; esos ojos que miraban con admiración cualquier movimiento que Oliver hacía, no importaba cual. El simple hecho de que esté tuviera esa llama de pasión en los ojos, le alegraba el día.
Los gritos resonaron con rapidez cuando Harry los hizo ganar. Los de Gryffindor celebraban, felices de haber ganado.
Slytherin en cambió, parecía estar a punto de matarse; el equipo tiró sus escobas al suelo, haciendo un berrinche digno de un niño de cinco años.
Kate, la novia de Oliver, bajo corriendo las escaleras una vez alcanzó salir del atropello de gente que había en las gradas celebrando o lamentadose del resultado del juego. Localizo a Oliver y sin dudarlo se tiró a sus brazos, abrazandolo con aquella fuerza que Oliver estaba orgulloso de presumir siempre que hablaba de ella.
Este la atrapó, alzandola en el aire y dando varias vueltas mientras sus risas resonaban de una manera contagiosa, que te invitaba a reírte sin parar.
Sus labios se conectaron una vez las vueltas pararon, el labial rojo de Kate quedó impregnado en los labios de Oliver; aunque a este parecía importarle poco.
Las mejillas, la frente, nariz y mentón también quedaron llenos de marcas rojisas, que solamente hacían que para Kate, Oliver fuera el doble de atractivo.
-¡Mierda, podría besarte todo el día!
Oliver sonrió embobado, si había algo que le encantaba ver todos los días, era a su novia. Su linda, encantadora, sexy y hermosa novia.
Otro beso fue dejado en los labios de Oliver, el cual levantó nuevamente a Kate, la cual rió.
-Yo también te amo nena.
Kate se sonrojó, dejó un beso en la nariz de Oliver y luego rió cuando el chico sonrió como el propio enamorado que era.
No había ni duda, Kate y Oliver, se amaban.
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