15. No me tortures.

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Ve su hora en el reloj de su muñeca y son las 7:00 de la noche, parquea el auto frente a su casa y de reojo ve a Renata en silencio, pensativa. Le gustaría meterse en la mente de ella, tener una aspiradora y jalar todo aquellos pensamientos, posa una mano en la falda deslizando sus dedos y Renata lo voltea a mirar.

-¿Aquella es tu casa?

-Si.

-Es bastante.. lujosa.

Dice nerviosa y le detiene la mano a él, que casi estaba cerca de ese lugar y cruza sus piernas, el sonríe un poco desconcertado.

-¿Quieres entrar?

-Si, y me das un tour.

-Hasta mi habitación.

Renata lo ve salir del auto y siente su corazón latir, un poco rápido, no quería ponerse ansiosa, tenía tanto tiempo sin contacto físico que temía y se sentía insegura. Sale del auto y ambos se dirigen hasta la casa, el busca la llave y abre la puerta, Renata entra primera y se fija que se ve bastante sencilla, aunque por fuera se ve grande y.. siente unas manos rodear su cintura y la voltea hacia el, sus respiraciones se entremezclan, por lo cerca que se encontraban al uno a otro.

-¿Puedo besarte?

-¿Por que lo preguntas?

Óscar se ríe y la besa, sus labios se mueven en un ritmo suave, sin querer apresurar la cuestión. Sus lenguas se encuentran y juegan entre ellas, baja la boca por el cuello de ella dejando besos electrizante, ella se aleja y, el frunce las cejas desconcertado.

-Eres una mujer bastante com..- se queda en silencio, al ver que se estaba desabrochando la camisa y la deja en el mueble, se echa el cabello hacia atrás dejando a la vista el brasier negro, Óscar sonríe de medio lado y se quita la camisa, se acerca a ella- Quizás.. no debería anticiparme en palabra.

-Si, haz silencio.

Renata lo exigía, y siente de nuevos las caricias de el sobre su piel, sus labios haciéndola suspirar, el desabrocha el brasier.

-¿Pretendes darme órdenes, mujer?

Susurra excitado y la empuja contra el mueble cama, ella se afinca en sus codos.

-¿Quieres órdenes?

Se pone entre medio de las piernas de ella, besándola otra vez y acariciándola de manera que Renata quería tenerlo lo más cerca posible, Óscar desliza los dedos por dentro de la falda y le baja las bragas, le sube la falda y se encuentra con la mirada de ella que estaba excitada, estaba encantado que aquellos ojos verdes sean los únicos que lo vean a él, acerca su dedo y lo posa en los labios de ella, los acaricia.

-Dime.. - hace pausa- ¿Que tan bien te hizo sentir Cristian?

-Lo suficientemente bien, Óscar.

Confiesa tranquila, Óscar sonríe divertido, ya que no le molestaba que dijera lo obvio, se quita la correa del pantalón y, baja el sipe.

-Lo mío es razonable, no duele tanto.. a menos que, lo quieras bruscamente.

-Lo quiero brusco, dejame sin respiración, sin fuerzas, conviertame...

-Renata...

La mira fijamente y saca su miembro que estaba muy erecto, pero, no quería entrar, se frota contra ella, manteniendo sus miradas conectadas, la respiración se vuelve agitada ya que lo sentía muy cerca y lejos.

-¿En que quieres que la convierta?

Renata sentía su parte íntima húmeda, y más, el frotándose de esa manera, la hace gemir, no quería eso, lo quería dentro tan dentro como pudiera, que se lo haga intensamente, que la haga morir.. posa las manos sobre los hombros de el.

-No me tortures, sabes lo que quiero.. Óscar, por favor.

El jadea y aleja su miembro, busca en el cajón un condón y se lo pone, Renata traga saliva, al ver que el tamaño era el triple más grande que cualquier otro, siente sus piernas temblar, además, sentía que le daría un ataqué, quizás, por la emoción y Óscar se ríe, la jala por las piernas más abajo por qué el era realmente brusco y solo se contenía, para no hacerle daño.

-Te dolerá.. pero, te vas acostumbrar a mi.

-Óscar..

-¿Que?

La besa intensamente y le daba caricias previas, escuchando los gemidos, se frota un poco más y, Renata siente un dolor tan intenso y delicioso que la hizo gritar, ya que el entró sin permiso. De inmediato empezó embestirla, haciéndola más que suspirar, dejarla sin respiración, sentía las uñas de ella en su hombro, aferrándose, la sentía cada vez más apretada en cada entrada y salida, Renata gime demasiado alto, se sentía tan diferente, el dolor se había desaparecido y el deseo, era más fuerte que otra cosa, su mente estaba en blanco gracias a los besos de el, caricias y susurrando cosas sucias que la dejaban en las nubes.

-Eres preciosa- le muerde la oreja y le aprieta el muslo, deteniendo sus bruscas embestidas y yendo lento, haciéndola estremecerse- Mm...

-No, no te detengas..

Pide intentando conectar mirada con el, pero, no podía ya que cada vez entraba olvidaba todo, manosea los pechos de ella y vuelve a besarla intensamente, aumentando sus embestidas, le da un giro quedando debajo y Renata lo siente muy profundo al estar encima.

-No te detengas, Renata.

Pide con voz consumida de lujuria, posa las manos sobre la muslos de ella y abre las piernas, observando el gran espectáculo. Renata, pone las dos manos cerca de él rostro de el, su cabello la hace ver preciosa y erótica, principalmente sus ojos que expresaban todo lo que el quería.. empieza a mover sus caderas y el, se mordía los labios para no gemir, pero, era imposible estaba gimiendo satisfecho, totalmente dominado por aquellos movimientos, la pone debajo otra vez y vuelve a embestirla de manera rápida y torpe, le rodea el cuello y la besa perdidamente, Renata siente su cuerpo recibiendo una sobrecarga de energía eléctrica y la deja en las nubes, sus cuerpos tiemblan y los movimientos se vuelven lentos, Óscar la suelta y la abraza, escuchando el corazón acelerado.

Poco a poco ambos se calman, Óscar sale del interior de ella y se quita el condón, lo tira en el zafacon a un lado y la mira fijamente. Renata se encontraba en completo silencio, se había entregado a otro hombre, suspira.

-¿Por qué tan pensativa?

-No pienso en nada.

Murmura y, lo recorre, Óscar estaba en forma y perfecto. Lo rodea del cuello, y lo acerca, sus labios se encuentran por segunda vez.

-¿Terminaste?- pregunta ella, mirándolo intensamente- ¿No fue muy poco para ambos?

-Todavía no..- desliza los dedos por los pechos de ella, tocándole con deseo y le aprieta el pezón- ¿Cuántas veces lo quieres?

-Hasta que, me hagas llorar de que no aguantaré más, que me duelan las piernas..

Óscar, no tenía ningún problema, era un hombre resistente y sabe, que la única que le saldría corriendo era Renata.

Prefería ignorar que todo ese deseo sexual, solo era para olvidar a una persona, veía en la mirada de ella como, realmente era y tenía miedo de enamorarse de una mujer así.

Renata: creando venganza. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora