Capítulo 2. Presentación Ava.

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Ava.

Me presento, mi nombre es Ava, tengo veintiséis años, creo, pero no estoy segura, y vivo sola aquí.

Me crie en un hogar de niños sin familia, nunca supe qué pasó con mis verdaderos padres y con el tiempo, dejé de preguntármelo. Cuando cumplí siete años, creo, me adoptó una familia adinerada que tenía dos hijos varones y una mujer que me llevaban varios años. El patriarca siempre estaba de viaje y prácticamente no lo veía. Me hacían trabajar todo el día para ellos, tanto dentro de la casa, como fuera de ella.

Conviví con ellos y con el resto del personal doméstico de la casa hasta los trece años. Jamás fui a la escuela, por lo que no sabía leer ni escribir.

Una noche en la que el patriarca estaba reunido junto a otros hombres, me ordenó colocarme ropa muy pequeñita y zapatos con mucho taco que él me había traído.

Me costó mucho colocármela, ya que no me entraba y por orden de él, otras mucamas me ayudaron.

Luego me llamó, me hizo caminar al rededor de esos hombres y luego me ordenó retirarme para cambiarme y continuar con mis deberes.

Cuando voy a la habitación a cambiarme, Camila, una de las mucamas, se mete en la habitación detrás de mí.

-Ava, debes irte ya – me dice sin que yo comprendiera nada. — Vete Ava, oí al señor hablando con esos hombres, te está vendiendo a ellos, no sé para qué, pero para nada bueno es – y empiezo a aterrarme.

Ella comienza a ponerme ropa en una bolsa, me da dinero y un dije que tenía en su bolsillo.

— ¿Pero, a dónde voy a ir? No tengo a nadie, no sé viajar, no sé leer. ¿A dónde voy a ir, Camila?—.

— No importa a donde vayas, pero no dejes que esos hombres te lleven, vete ya Ava o te arrepentirás toda tu vida de no haberlo hecho cuando tuviste oportunidad. Hazme caso, Ava, vete – concluye y acepto.

Ella me ayuda a entrar a la cajuela de uno de los autos que se encuentran afuera, dobla varias veces un papel hasta dejarlo grueso y lo pone en la cerradura de la cajuela para después mostrarme que el papel mantiene la cajuela cerrada sin trabarla para que de un golpe, yo la pueda abrir. — Vete Ava, lo más lejos posible. No permitas que te alcancen o te encuentren – finaliza y cierra la puerta del baúl.

Por largo tiempo permanecí dentro de ese baúl hasta que oí voces, luego personas que se subieron al automóvil y éste arrancó.

Estuvo bastante tiempo en movimiento hasta que se detuvo, alguien bajó de él y escuché como su voz se alejaba. Me animé y abrí la puerta para darme cuenta de que estaba en un lugar muy concurrido de gente, con sigilo bajé, pero al soltar la puerta, ésta cayó y se cerró de golpe, lo que hizo que el chofer de éste se volteara rápidamente, me viera y empezase a llamar a otros a los gritos quienes al verme comenzaron a correr hacia mí.

Intentando escapar de esos hombres corrí adentrándome a un edificio amplio y alto desde el cual personas entraban y salían.

Cada vez que me daba vuelta, esos hombres seguían corriendo tras de mí. Logré escabullirme entre la gente y salir a un gran patio donde había carritos con maletas de diferentes tamaños. Uno de los carritos no tenía nadie que lo cuidara, por lo que me acerqué a él, abrí una maleta, tiré en un contenedor oscuro y cerrado todo lo que dentro tenía, me metí en ella cerrándola desde dentro hasta donde pude y me quedé muy quieta rogando que no me encontraran.

En un momento, siento que alguien se acerca y la termina de cerrar. El carro comienza a moverse, los golpes de las maletas cayendo, para después mi dolorosa caída también, a la cual soporté tapando mi boca con fuerza. Tenía muchísimo miedo y un golpe seco me hizo saltar dentro de la misma maleta para luego volver todo al silencio total, tras el cual, después de un largo tiempo, sentí que el lugar donde estaba nuevamente se movía y sentir que mi todo estómago subir a la garganta y volver a bajar.

Estuve por largo tiempo encerrada ahí dentro, varias veces abrí con discreción la maleta, y al confirmar que no había nadie, me animé a salir dándome cuenta de que me encontraba en un gran galpón cerrado y en movimiento. Varias horas estuve en ese sitio tranquilo, ya que no se encontraba nadie en el lugar hasta que un brusco golpe me hizo caer, luego del cual voces comenzaron a escucharse.

Vuelvo a entrar en la maleta y nuevamente las voces se acercan, los golpes de las maletas se oyen nuevamente y nuevamente mi caída, pero ésta vez sí grité.

Alguien abrió la maleta, pero no iba a permitir que me atraparan, así que de un salto, salí de ella corriendo con todas mis fuerzas para que nadie pudiera alcanzarme a pesar de los gritos, entre las ruedas de los enormes aviones hacia un bosque tras un descampado que se encontraba frente de aquel inmenso lugar.

Me adentré a lo profundo del bosque hasta que tuve que parar para hacer mis necesidades allí para después seguir caminando hasta que no pude más.

Comenzó a hacerse de noche, senté al pie de un árbol cansadísima, con muchísima hambre y muchísimo frío. Traté de paliarlo colocándome toda la ropa que llevaba en mi bolsa, pero nada servía. Todo mi cuerpo estaba helado, sentía mis manos y pies quemar del frío. Mis dientes tiritaron hasta qué inconsciente dejé de sentir.  

JHONATHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora