Jhonathan.
Al despegar el avión, mis padres entraron a los besos y se encerraron en la habitación conmigo. Durante el viaje mi madre de a ratos saltaba en la cama, se golpeaba contra la puerta y gritaba "Sí, papi" mientras mi padre la correspondía con algún falso y estruendoso gemido en un "un vas a matarme, mi rubia preciosa" y escondiendo las carcajadas metiendo su cabeza contra una almohada.
Siempre fueron cómplices para todo. Pero yo sólo quería morirme ahí mismo de simplemente imaginarlos.
Todavía no se había hecho de día cuando nos avisan que están por aterrizar, así que me ayudan a entrar nuevamente en la valija. Mi madre me dijo que pagaría a algunas personas en el aeropuerto para que los ayuden a bajarme con cuidado y se lo agradecí en el alma, ya que Máximo no fue tan amable y delicado.
En cuanto no vio personas, mi padre abrió la valija dentro del baño de caballeros, y salimos de allí cuando mi madre nos llamó desde fuera.
Nos avisó que nuestro avión ya había despegado de vuelta, que podíamos salir tranquilos.
Estaba tan emocionado, quería correr hasta la cabaña, pero tuve que armarme de paciencia y explicarle a mis padres, los diferentes accesos para llegar mi hogar, así como también, el que no debían tomar.
Cuando llegamos a la casa, apenas el sol estaba intentando asomarse. Tomé una la llave escondida de Ava e ingresé.
Pisé el interior de ese lugar e inhalé profundo, sintiendo como el olor a ella entraba en mí y relajaba todo mi cuerpo.
Senté a mis padres en la cocina, les serví un poco de agua y les pedí que me esperaran.
Lentamente, caminé por el pasillo y con mucho cuidado abrí la puerta de mi habitación. Todo estaba exactamente como lo dejé sin un mínimo rastro de polvo.
Continué hasta la habitación siguiente, abrí la puerta de la misma manera, y ahí estaba, profundamente dormida, abrazada fuertemente a mi almohada.
Me había extrañado tanto como yo a ella.
Su cabello estaba más corto, pero ya no estaba teñido. Pude apreciar cada hebra de su bellísimo y enmarañado cabello sobre su hermoso rostro.
Con mucho cuidado de no despertarla, me saqueé el calzado, me acosté sobre ella, comencé a besarla y dormida, acompañó mi beso hasta que abrió de golpe sus ojos y me separó de ella.
- Dime que no estoy soñando – me dice incrédula tocando mi rostro y mi cabello.
Le sonrío y niego – no, no lo estás, - respondo mientras empiezo acomodar mi rostro debajo de su cuello - y ya no me iré nunca más de aquí -.
- ¡OH! ¡Por Dios! - Grita, me abraza con fuerza tirándose sobre mí, al punto de hacerme caer de espaldas al suelo, y llenándome de besos. — ¡Jhonathan, volviste! Siento que el corazón va a estallarme – dice entre besos y lágrimas. Y yo me siento exactamente igual.
— ¿Cu...? ¿Cuándo volviste? ¿Pudiste arreglar todo? ¿Tú, estás bien? ¿Tu familia, está bien? - asiento.
— Ya todo terminó – afirmo besando su cuello.
— YYYYY, mi familia quería conocerte. No todos pudieron venir, pero mis padres están en la cocina – suelto restándole importancia, a lo que ella se separa de golpe y se pone de pie.
— ¡¿Que qué?! ¿Cómo que están aquí? ¿Por qué no me dijiste antes? - se tapa el rostro con ambas manos – ¡Qué vergüenza, Jhonathan! Déjame arreglarme para ir a recibirlos. En éstos momentos te odio – me apunta con el dedo.
— Nop, yo sé que no. Sé que me amas – le sonrío.
— Bueno, sí, - me besa – y me siento muy feliz de que estés aquí, pero la vergüenza que siento en éste momento, me la cobraré – afirma con una sonrisa.
Luego se arregla, la tomo de la mano, y juntos ingresamos a la cocina.
Mi madre fue la primera en presentarse y abrazarla, por otro lado, mi padre, fiel a su carácter, sólo la saludó con un apretón de manos, una sonrisa poco demostrativa y ahí quedó todo.
Mi madre insistió en ayudarla a hacer el desayuno y juntas se fueron al domo.
Empezamos a preocuparnos cuando, muertos de hambre, se hizo el mediodía y no volvían, por lo que nos fuimos al domo.
Tanto mi madre como Ava, estaban compenetradísimas en una conversación acerca de plantas de todo tipo, pero en especial las medicinales. Preparación, utilidad y formas de uso mientras mi madre alimentaba a los pichones que en ese momento Ava tenía.
Yo, estaba indignado, pero mi padre observó todo con una sonrisa y negando, bajó la cabeza.
Tosimos y fue ahí donde se acordaron de que existíamos.
Regresamos a la cabaña, hicieron el desayuno, después de lo cual, dejamos solas y entretenidas a las dos, y fuimos a pescar para el almuerzo, antes de la cena, lo llevaría a cazar.
Dos semanas estuvieron mis padres en casa de Ava. Había días donde mi madre y Ava iban a pescar o a cazar, y había días donde íbamos nosotros. Me gustaba mucho pasar éste tiempo y disfrutar de la compañía de mi padre. Pese a su carácter, siempre fue un padre amoroso con nosotros, me gustaba pasar tiempo con él.
Mi madre estaba maravillada con todo, creo que estaba más enamorada de Ava ella que yo.
Llegó la despedida, acompañamos a mis padres hasta salir del bosque rumbo al aeropuerto. Mi madre activó su celular para avisar a los pilotos que vinieran a buscarlos y luego, volvió a desactivarlo. Ava le había regalado bolsas y bolsas de plantas, productos medicinales, huevo, y demás frutas y verduras que mi madre aceptó feliz, ya que en su vivero no tenía.
Por un lado, iba a extrañarlos horrores, y por otro, quería poder disfrutar de mi vida con Ava en completa intimidad, recuperando todo el tiempo perdido, puesto que durante la estadía de mis padres, no pudimos compensarlo como hubiéramos querido.
ESTÁS LEYENDO
JHONATHAN
RomansaSecuela de Siempre Sofy y Andrea . Novela corta donde encontrarán mafia, romance, traición y drama. Espero que les guste.