Jhonathan.
Cinco meses hace, ya que desperté y no sólo soy enteramente autosuficiente, sino que he aprendido a leer y a escribir de manera fluida.
Tal cual, Ava lo predijo, el crudo invierno llegó.
Previo a ello, Ava compró muchísimas provisiones para no tener que salir de la casa si no era necesario. Sólo lo hacíamos para pescar, cazar, buscar huevos al gallinero o cosechar. Pero éstos últimos, casi no nos tomaba mucho tiempo, así como tampoco entrar leña y más, siendo dos ayudándonos mutuamente en todo.
Estoy algo preocupado por el hecho de que continúo sin saber quién soy, sin embargo, me siento cómodo. Como si toda mi vida hubiera sido ésto y la verdad, no anhelo nada más. O tal vez, sí.
Hace tiempo ya, estoy observando a Ava de una forma diferente. Muchas veces, nos sentamos frente a la chimenea para disfrutar de algún libro, pero si bien, ella está compenetrada en el suyo, yo no puedo hacer lo mismo con el mío. Si bien, lo que elegí me es ampliamente interesante, su rostro, sus gestos, ella entera, me parece mucho más interesante. No puedo dejar de mirarla mientras siento mi corazón latir de manera incontrolable y desbocada.
Su boca es la que, de llano, atrae toda mi atención. Termino utilizando mi libro de escudo, ya que apenas levanta la mirada bajo mi vista a él sin, en realidad, estar leyendo nada.
Anoche, volví a tener otra pesadilla como las que siempre tengo. Gritos, explosiones y muerte. También otras donde estoy cayendo al vacío, y otras donde soy arrastrado por el agua hacia la nada. Y, como siempre, volví a despertarme como siempre.
Nuevamente, entró corriendo a la habitación y volvió a tranquilizarme, pero cuando estaba por irse, nuevamente desperté y la detuve sosteniendo su muñeca.
— Por favor, no te vayas. Quédate conmigo, no puedo dormir sin ti – ella asintió, se acostó a mi lado, puse mi rostro debajo de su cuello e inundado de su aroma, me quedé dormido nuevamente.
Volví a soñar, pero ésta vez, fue diferente a las demás. En mi sueño, esas palabras que le dije a Ava, quedaron dando vueltas.
En mi sueño, era espectador de diferentes situaciones.
Una mujer muy bajita de rulos, con un arma en la mano, se las decía a un hombre alto y rubio. Luego yo, pero con muchos años más encima se las decía una y otra vez a otra señora rubia, ya entrada en años, al igual que él.
Desperté de golpe, sentándome en la cama y Ava se despertó, abrazándome sentada junto a mí.
— ¿Otra pesadilla? - me preguntó y negué.
— Soy Jhonathan Ferrari – dije y salí corriendo al baño para observarme al espejo, tras lo cual un insoportable dolor de cabeza me hizo perder el conocimiento.
Despierto en mi habitación con Ava de un lado y el médico del otro.
—¿Cómo te sientes, niño? - me pregunta el médico.
— No lo sé, todavía me duele horrores la cabeza – dicho ésto, Ava me trae agua y un analgésico.
— ¿Qué tanto recuerdas? - me consulta ella, y la verdad, es que había recordado absolutamente todo.
Mi vida, mi familia, mis profesiones, el atentado, todo.
Pero no podía decírselo, soy una persona peligrosa. Temo asustarlos o poner en riesgo a ésta gente si saben quién soy.
— Sólo eso, recuerdo, sólo mi nombre – miento y ambos asienten.
— Es normal, con el tiempo tus recuerdos volverán ¿Quieres que hagamos la denuncia a la policía para que intenten ubicar a tus familiares? - vuelve a consultarme el médico, lo cual niego.
— Creo que estoy solo, me parece que mi familia murió en el mismo avión que yo viajaba y sólo yo sobreviví. Creo que no me quedó nadie y tampoco tengo a donde ir – miento nuevamente y él asiente.
— Es posible que haya sido así, - confirma Ava – ya que muchas de las pesadillas que tienes, son acerca de la caída de un avión – me abraza y quedo estático esperando que no deje de hacerlo. - Lo lamento muchísimo Sebas... Perdón, Jhonathan – me da el pésame.
— Gracias Ava – aprovecho en momento y la abrazo también. Luego, el médico se retira, no sin antes, Ava darle una bolsa de surtidas medicinas.
Me quedo pensando en mi familia, en que debo volver a casa, avisarles, lo que me pasó, fue un atentado y ellos también podrían estar en peligro. Aparte mi madre debe estar devastada.
Tengo que ser muy cuidadoso, no puedo utilizar tecnología aquí, ya que podrían rastrearme, encontrar éste lugar y poner en peligro a toda la pacífica comunidad que vive aquí. Y en especial, podría poner en peligro a Ava.
También, tengo que hablar con Ava, debe saber la verdad.
Esa misma noche, antes de irme a dormir, la llamé a la mesa y le conté absolutamente todo de mí. Creí que se asustaría, pero no. Sólo se puso triste cuando le dije que debía volver a donde pertenezco. Le expliqué los motivos, le dije que en parte era para mantenerla a salvo de mí, de mi entorno y de mi mundo, pero no lo entendió. Le expliqué, que en realidad no quería irme, que soy una persona muy feliz aquí, y es verdad. En todo éste tiempo, he aprendido a vivir de una manera austera, sencilla, humilde, lejos de los lujos, la violencia de las grandes ciudades y de mi mundo. Sin la tecnología a la cual, alguna vez, tanto amé. Me siento en paz en éste lugar, no necesito nada más, sólo a ella a mi lado. Ésta vida que he llevado hasta ahora, ésta oportunidad que se me ha dado, que volteó de cabeza mi vida, me gusta y mucho. Pero también, debo cuidar de los míos. Debo irme cuanto antes, estoy preocupado por ellos.
Ava no lo entiende, me está rompiendo el corazón en millones de pedazos. En llanto, se abraza a mi cuello y mueve la cabeza afirmando cada cosa que le digo sin soltarse un segundo de mí.
— Sabía que ésto pasaría, sabía que en algún momento te marcharías y me dejarías, pero permití a mi corazón dejarse llevar – me dice hipando.
— Tampoco quiero irme, Ava. Si por mí fuera, no lo haría. Pero mi familia corre peligro y conmigo aquí, tú también si ellos todavía me están buscando. Necesito irme y arreglar las cosas. Lo peor que en éste momento podría pasar, es que dieran conmigo. Necesito que me ayudes a salir de aquí, del pueblo, necesito llegar a una gran ciudad desde donde pueda movilizarme hacia diferentes sitios sin tener que registrarme o que me pidan documentación— ella asiente.
— Fuera del bosque, a unos kilómetros de aquí, hay un aeropuerto. Deberías ir y ver los distintos vuelos para saber cuál te llevará a tu hogar. Podríamos conseguir la ropa de los maleteros y cuando lleves las maletas y las acomodes, simplemente ingresa tú también, cierra bien la puerta desde adentro, escóndete entre las maletas y baja en tu destino – me sugiere encogiéndose de hombros y la verdad, quedo sorprendido.
— Es una sencilla y maravillosa idea, muchas gracias, no se me hubiese ocurrido – afirmo.
— A mí tampoco si no la hubiera vivido ya – dice y la observo interrogante.
— ¿Por los hombres malos? - pregunto y ella afirma luego de lo cual me cuenta sobre su vida.
Me doy cuenta de que a lo que ella llama "hombres malos" es, en realidad, una red de trata infantil.
Es otro motivo importante por el cual marcharme, tengo que encontrarlos y liberarla de ellos para que no vuelva a ocultarse ni temer nunca más.
Esa noche durmió con su cuerpo pegado y abrazada a mí, pero ésta vez fui yo quien acarició su cabello.
No dormí en toda la noche acariciándola, detallando todo su cuerpo, su rostro, su cabello y sintiendo su aroma. Hubo veces que, dormida, intentó separarse de mí, pero no se lo permití. La abracé fuerte contra mí para aprovechar cada segundo de éste corto tiempo con la duda de si podría regresar junto a ella otra vez.
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JHONATHAN
RomanceSecuela de Siempre Sofy y Andrea . Novela corta donde encontrarán mafia, romance, traición y drama. Espero que les guste.