Jhonathan.
Cuatro meses hace que ya estamos buscando información acerca de Ava, pero no hallamos nada.
Cada día que pasa estoy más convencido de las suposiciones y teorías de mi padre.
Por otro lado, estoy desesperado, ya no puedo más, no veo la hora de que todo ésto termine para poder irme a mi hogar junto con Ava.
Ayer por la mañana, cuando volvía del vivero, un pequeño picui se posó en mi hombro. Pudo haberse posado en otro lado, está lleno de árboles aquí, pero no, se posó en mí un instante, me observó sin miedo unos segundos y luego se marchó.
No sé si sólo son ideas mías, no sé si estoy alucinando, no sé si es lo que tanto la extraño o mi enorme desesperación por volver, pero sentí que era una señal, sentí que era ella pidiéndome regresar, y no la defraudaría.
Hemos investigado a cada persona que trabaja para ésta familia, y no hallamos nada.
Al igual que los custodios leales a mí, que dieron su vida para darme una oportunidad, y a quienes sus familias fueron recompensadas generosamente, el resto de nuestros empleados resultaron ser, exactamente, igual.
Tanto en la investigación que realizó el consejo, del cual mi tío Paolo ahora es partícipe, como en la que realizamos nosotros sobre los demás clanes, tampoco surgió nada en contra nuestra. Lo que sí, hemos detectado varias redes de trata de personas. Tras ello, mi madre y mi padre se pusieron furiosos, los detestan, toda mi vida fueron así.
Si bien, no me han dicho nada, sé que ésto no se quedará así. No lo dejarán pasar, por lo menos, en nuestro territorio.
Con ayuda de mis socios, pudimos dar con la familia de uno de mis primeros clientes a quien no había podido evitarle el encarcelamiento. Primero porque los delitos que había cometido eran aberrantes. Había actuado con tal impunidad que no hubo manera legal de defenderlo o de intentar dar vuelta los hechos. Las evidencias eran masivas e irrefutables, al igual que los testigos, era un caso perdido ya de entrada. La verdad, yo tampoco quería representarlo, para mí, lo mejor, era que muriera en la cárcel porque si bien, nosotros no somos ángeles, tenemos nuestros límites.
Pero no era mi bufete, estaba recién comenzando, la familia había pagado al lugar muchísimo dinero, ya que nadie quería representarlo y con un abogado de oficio, no tendría chances. Obligado, no me quedó otra que aceptar.
Por ética profesional no pude quedarme de brazos cruzados a que el juicio llegara y lo encarcelaran, así que no me quedó otra que intentar utilizar todas las estrategias legales que existen, pero así y todo, no fue suficiente. Por suerte.
Mi familia, al enterarse, en especial mi padre, quiso desaparecer al cliente con sus contactos dentro de la penitenciaría. Y emboscar a toda la familia del detenido en su casa, acabándolos a todos.
Pero Sixtro y Lucaciano se opusieron. Dijeron que ya tenían todo planeado, que ellos se ocuparían, ya que, lo mejor sería que la familia Ferrari, no estuviera involucrada en ésto porque por haber sido yo su abogado, seguramente seríamos investigados por largo tiempo. Aparte, se podría descubrir que yo estaba vivo cuando, supuestamente, todavía me estaban buscando, eso acarrearía problemas mayores y era algo, que no queríamos.
Si bien, somos conocidos en el medio, siempre intentamos mantener un perfil bajo en la pantalla de nuestra vida cotidiana normal.
También, nos informaron, que por un tiempo no vendrían aquí ni se comunicarían con nosotros. Sin embargo, seguirían haciéndose cargo del bufete hasta que yo decidiera volver. Lo entendimos, agradecimos y aceptamos.
Cuatro días después, salió a un costado de una de las amplias páginas del periódico, de manera insignificante, un recuadro con la noticia de un motín en la cárcel en el cual, tanto mi cliente como otros reos más, habían muerto. Y otras una semana después, la noticia de la muerte masiva de un linaje por intoxicación en el velorio de un familiar.
Todo se había acabado.
No pasó un día en el que no observase las aves o fuese al vivero de mi madre anhelando que todo se acabara para poder volver.
Junto a mis padres, estamos preparando las valijas, quiero que conozcan a Ava. Máximo y su familia no vendrán, ya que la casa es pequeña y alguien tiene que quedarse aquí. Pero ya habrá oportunidad de que se conozcan, estoy seguro de que con Alexia se llevarán más que bien, puesto que ambas son personas por demás bondadosas, al punto de, inclusive, ser un peligro para ellas mismas. Aparte necesito que cargue la enorme valija en la que me meteré, porque quiero mantener el anonimato y la creencia de que fallecí en el accidente.
Walter desactivó los celulares de mis padres para que no seamos rastreados, aparte en una hora, hackeará el aeropuerto completo para que sólo nosotros podamos salir y no haya registro de nuestro vuelo.
Llegamos al aeropuerto y nos sentamos a esperar a Walter.
Por muy grande que sea la maleta, yo lo soy mucho más, es un lugar bastante incómodo, me doy cuenta de lo que Ava tuvo que padecer cuando huyó.
Cada tanto, bajaba un poco el cierre y le decía a mi hermano que no sea hijo de puta y que me lleve con cuidado hasta que le metió dos precintos a los cierres y ya no los pude abrir.
Se escucha en los altavoces, la demora por problemas en el sistema y el malestar de la gente. Es nuestro momento de partir.
El sorete de mi hermano que pasa las rueditas de la maleta por cada pozo, escalón o canaleta que se encuentra en el suelo y tras cada insulto, sólo me chita para luego reírse.
Luego pide a los pilotos del avión que lo ayuden a subir las maletas y mientras me arrastra hasta la habitación del avión, me va diciendo lo mucho que peso y que le voy a deber por ésto.
Ingresamos a la habitación, tras él, cierra la puerta, quita los precintos y abre la maleta para que pueda salir.
Lo observo a los ojos – sabes que ya no volveré, - él asiente – que tampoco podré comunicarme, así que serán ustedes quienes deban ir a verme – vuelve a asentir con los ojos brillosos y me da un fuerte abrazo. — No se olviden de mí, los estaré esperando siempre – finalizo.
— Jamás – me dice mi hermano. — Si no hubieras vuelto, y mamá o a papá no hubieran estado para seguirte buscando, quiero que sepas que yo no hubiese parado de buscarte hasta el fin de mis días. No sé si te hubiera encontrado, pero no habría parado – responde.
— Aparte, no te librarás de los Ferrari tan fácilmente – finaliza el abraso, se coloca las gafas de sol, me da una última sonrisa y se retira cerrando la puerta de la habitación para que nadie me vea.
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JHONATHAN
Любовные романыSecuela de Siempre Sofy y Andrea . Novela corta donde encontrarán mafia, romance, traición y drama. Espero que les guste.