Capítulo 17. Perdóname.

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Jhonathan.

Le repito – perdóname – y cierro los ojos esperando lo inevitable escuchando el llanto de Ava, pero éste nunca llega. En cambio, lo que sí llega es la voz del médico.

— ¡NI SE TE OCURRA! ¡SUÉLTALOS YA! -

Levanto la cabeza, lo observo al médico apuntar a Lucaciano con una escopeta.

— Vete ya, viejo, o tendrás el mismo destino que ellos – grita la hermana de Lucaciano.

— No podrán con todos – le responde.

Detrás de él, tanto mujeres como hombres, en sí, todo el pueblo iba llegando con antorchas por diferentes partes del bosque, también con escopetas, rastrillos, palos, caños, escobas y sartenes rodeando toda la cabaña.

Ava observaba en llanto a cada uno de sus vecinos y en voz baja les daba las gracias.

Lucaciano comienza a reír – no son una amenaza – manifiesta a lo que el médico da un solo disparo a la mano con la que me apunta haciendo que ésta vuele en pedazos con arma y todo.

— ¡Hijo de puta! - grita tirado en el suelo sosteniéndose lo que queda de la mano y tanto su hermana como el resto de sus hombres apuntan al médico y al resto de los pobladores.

Como puedo, voy hasta Ava quien se encuentra maniatada y arrodillada en el suelo al igual que yo. Ella me besa y empujándola al suelo, me pongo sobre ella tapándola todo lo que puedo con mi cuerpo.

En un instante se escucha dos detonaciones y lo primero que pienso es que alguno de éstos hijos de puta le disparó a alguna de éstas personas, ya que tras ello comienza un griterío y detonación tras detonación.

Alguien me toma por detrás de la chaqueta y comienza a arrastrarme, me tira dentro de la cabaña y a Ava sobre mí.

— Perdón la brusquedad, señorita. Después nos presentamos – dice Máximo y se retira mientras mi madre ingresa dejando tres hombres custodiando la puerta.

Nos ayuda a soltarnos las manos, nos acompaña a la habitación, saca dos armas, una me la da a mí – tú quédate aquí con ella – asiento y ella vuelve a salir con otra.

Voy hasta Ava - ¿Estás bien? - ella asiente y me abraza con fuerza. — Perdóname, me iré, yo mismo me ocuparé de que nunca más lleguen a ti. Serás libre de una buena vez, Ava. Te sacaré de aquí y te llevaré a un lugar seguro. No importa lo que pase, no importa lo que me pase, nunca más vendrán a ti —.

— No iré a ningún sitio, Jhonathan. Ya no quiero correr más, ya no quiero ocultarme más. Estoy cansada de vivir así, de vivir con miedo.

Y no sé lo que harás, pero ni se te ocurra, alejarte de mí de nuevo. Me lo prometiste, Jhonathan – responde y me muestra el anillo.

— Le tengo más temor a perderte a ti que a que ellos me lleven – agacha la cabeza. — No temo morir a tu lado, a lo que le temo es a vivir sin ti —.

— No soy buena persona, Ava.

A excepción de Alexia y mis sobrinos, mi familia, tampoco lo es.

Nuestra vida no es normal ni cotidiana. Somos parecidos a quienes hoy vinieron aquí. No en esa medida, pero parecidos.

Soy un peligro para ti, Ava – intento que me entienda.

— No, no lo eres, Jhonathan – acaricia mi rostro. — Y sobre lo demás, algo me suponía y no me importa – me dice con una sonrisa y la observo sorprendido.

— ¿Sabes que hablas mucho cuando duermes? He llegado a tener extensas conversaciones contigo luego de que te durmieras tras alguna pesadilla – y me dejó de piedra.

JHONATHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora