Capítulo 11. Despedida.

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Ava.

Luego de nuestra despedida, lloré mares. No creí que él me quisiera, si había sentimientos en él hacia mí, no los había visto. Creí que sólo lo estaba cuidando, peor no, no lo estaba cuidando nada más, me había enamorado de él.

No fue mi intención, no lo busqué, simplemente, pasó.

Pensé que sólo era yo, necesité soltarlo, necesité decírselo, sacar el nudo de mi garganta, la enorme opresión en mi corazón al verlo partir sin saber si lo volvería a ver.

Saber que sentía lo mismo, sus besos, su fuerte abrazo que intentaba fundirme dentro de su pecho y no soltarme como yo, tampoco quería soltarlo a él fue lo más hermoso que me había pasado en la vida.

Pero sabía que debía dejarlo ir, por eso lo solté y sólo corrí. Corrí para no pedirle que se quedara. Corrí para que no cambiara de opinión, más aún si su familia estaba en peligro.

Hace más de dos que Jhonathan se ha ido. No sé nada de él, no sé si llegó bien a su destino. No sé como estará, si me extrañará, si querrá volver alguna vez a ésta vida, a mí.

Me acostumbré a su compañía, a nuestros quehaceres juntos, a nuestras charlas, a nuestras risas y a nuestros silencios.

No fue nada difícil acostumbrarme a él.

No fue nada difícil enamorarme de él.

Lo difícil es, acostumbrarme a su ausencia.

No volví a dormir en mi habitación porque la considero suya. Suelo entrar a ella y acariciar su cama, sus cosas, su ropa.

No cambié nada de lugar ni saqué nada para que todo esté tal cual lo dejó cuando vuelva inclusive sus cosas de higiene personal que quedaron en el baño. Sólo me llevé su almohada porque sentir su olor en ella me ayuda a dormir.

El primer mes lo pasé llorando, en cada rincón de ésta casa pasamos tantos buenos momentos que se me hacía imposible soltar la tristeza. Hora es como si comenzara a aprender a convivir con el dolor.

¿Me duele?

Sí, me duele y mucho. No hay día en que no piense en él. Pero estoy aprendiendo a manejarlo. Pese al dolor, mi corazón es optimista, todos los días late con la esperanza de que en cualquier momento va a llegar. Es en la noche, cuando se complica al sentirse desilusionado.

He dejado de ocultarme, he dejado de pintar mi cabello y de maquillarme. Para que cuando vuelva pueda verme tal cual soy. Han pasado muchos años, ya no quiero esconderme más.

Puedo decir que mi cabello es de crecimiento rápido, ya que en éste corto tiempo, me ha crecido hasta el mentón, cosa que no se nota por los rulos y que cuando se me arman, queda negro de las orejas hacia abajo, y rojo hasta la raíz. Pero de a poquito lo iré cortando para sacar por completo éste color negro que vengo arrastrando hace más de diez años.

La gente del pueblo es la más sorprendida, algunos hasta me insisten en que vuelva a mi tinte, pero estoy decidida, ya no lo haré más, no importa lo que me digan.

A veces pienso que, quizás, Jhonathan no era para mí. Que tal vez, el destino lo puso en mi camino para que diera lo mejor de mí para sacarlo adelante. Pero también pienso en lo traicionero que fue al haberme hecho enamorar de él.

Todos los días continúo con mi rutina anhelando su regreso, cada minuto sin él se vuelve eterno.

Inspiro hondo y me consuelo a mí misma, sabiendo que si quizás no regresa, por lo menos, pudo volver sano y salvo a su hogar, con su familia, con los suyos, a su mundo y al lugar al cual pertenece. Espero que, por lo menos, se haya llevado un buen recuerdo de mí y sepa que lo llevaré conmigo, en mi corazón, toda mi vida.

JHONATHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora