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Do I really see what's in her mind?Each time I think I'm close to knowingShe keeps on growingSlipping through my fingers all the time, Sleep in our eyesHer and me at the breakfast tableBarely awake, I let precious time go byThen when she's goneThe...

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Do I really see what's in her mind?
Each time I think I'm close to knowing
She keeps on growing
Slipping through my fingers all the time, Sleep in our eyes
Her and me at the breakfast table
Barely awake, I let precious time go by
Then when she's gone
There's that odd melancholy feeling
And a sense of guilt I can't deny

Slipping through my fingers
- ABBA

29 febrero:

Emma.

Hoy era mi cumpleaños.

Nuestro cumpleaños.

Sé sentía un sabor agridulce al pensar en que ya eran diecinueve años de los cuales pude experimentar de todo.

Y todo al lado de mi familia, situaciones como esta me hacían replantearme el porqué de las cosas.

Los cumpleaños nos ponen emotivos ¿no?

Mi cuerpo era moldeado por un vestido de seda de un verde aceitunado, tenía una tira gruesa de material peludo en los bordes de las mangas y el cuello, tenía botones que decidí abrochar hasta el ombligo dejando una gran abertura y una falda negra pegada junto con unas botas de cuero hasta las rodillas del mismo color.

Me miré al espejo y solo podía pensar en que estaba viendo a alguien de diecinueve años que tendría que pasar su cumpleaños diecinueve sin su padre.

Por primera vez tendría que pasar el día más especial de mi vida sin el hombre que me había visto crecer y me había educado de la manera más amorosa en la que un padre podría criar a su hija.

El tiempo sé desliza por tus dedos.

Lana salió del baño con una toalla rodeando su cuerpo y otra secando su cabello.

— ¡Hola, cumpleañeraaaa! - Me regaló una sonrisa de oreja a oreja.

— Hola, Lana — Le devolví la sonrisa.

— Ven acá — Soltó la toalla y tomó mi mano atrayendome hacia su mesita de noche de donde sacó una pulsera de cuencas azul rey que en medio tenía un dije de ojo turco — No tuve tiempo de envolverlo, pero la vi y pensé en ti.

Miré el accesorio y luego a mi compañera de cuarto.

— Gracias.

Me abrazó creando una incomodidad dentro de mí, solo mi familia hacia que me sintiera cómoda con el contacto físico, eran personas a las que tenía confianza, en cambio, con Lana apenas nos estabamos conociendo.

Sé separó de mi y caminó hasta su ropero — Bueno, yo voy al comedor o Aiden no dejará de fastidiar.

Sin decir más, salí de la habitación caminando directo al comedor.

Una extraña confusión llamada Emma [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora