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Fight so dirty, but your love so sweetTalk so pretty, but your heart got teethLate night devil, put your hands on meAnd never, never, never ever let go

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Fight so dirty, but your love so sweet
Talk so pretty, but your heart got teeth
Late night devil, put your hands on me
And never, never, never ever let go

Teeth - 5SOS

Emma.

Un nuevo día había comenzado.

Y una nueva oportunidad de colgarnos de un puente sé ha desbloqueado.

Me levanté con los animos al tope, hoy nada podría perturbarme, estaba segura.

¿Quien le dice?

Después de ducharme, me puse una falda azul con una franela blanca que tenía dibujado un globo rosa. Unas botas negras y ya estaba lista.

Salí de la habitación directo hacia la de mi hermana pero me topé con mi compañera de cuarto.

- Hola, Lana - Sonreí.

- ¡Holaaaaa! ¿Cómo estás? - Sonaba entusiasmada.

- No mejor que tú, eso seguro.

- Ay, es que el amor está en el aire - Suspiró con una sonrisa.

- Aah, ya, claro claro - Dije comprendiendo el porque de su euforia.

- Oye, por cierto, ¿A donde fuiste ayer? Después del desastre en el comedor no te vi más.

Recordé todo lo que había pasado ayer, la última vez que vi a Aiden fue cuando fuimos a la enfermería y desde ahí no volví a cruzarme con él.

- Si, bueno, es que tuve algo que hacer - Me excusé, hablar sobre mi condición siempre era un tema tabú tanto para mí como para mi familia - No pude quedarme a ver que pasaba.

- Claro, claro - Asintió - ¡Bueno! Nos vemos luego, ¿va?

- Nos vemos luego, Lana.

Cada una siguió por su camino, ella hacia la habitación y yo comencé a bajar escaleras hasta llegar al piso de las habitaciones 70-80 donde estaría mi hermana. Caminé directo a la puerta con la plaqueta que tenía un 80 grabado.

Toqué dos veces y me abrió mi duplicado, llevaba puesto lo mismo que yo pero con los colores de las prendas invertidos, camisa azul con el globo Rosa, falda blanca y botas negras.

- Hola, Emmy - Sé lanzó a mis brazos sumiendonos en la sensación cálida que nos transmitía el gesto - Aiden me dijo que tuviste una crisis, ¿Por qué no me dijiste?

- Estaba sumida en mi propia miseria - Respondí con mi cara contra su hombro.

- ¿Ya comiste?

- No, iba a ir a cumplir mi horario en la cocina.

- Que horario ni que una mierda, vamos a desayunar porque no puedes saltarte comidas.

- Dijiste una grosería - La señalé con el dedo índice.

Una extraña confusión llamada Emma [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora