Reviso mi móvil y miro la hora, la pantalla revela que ya dan las 9:30pm, no me siento con nada de sueño así que sigo en el ordenador redactando un tedioso ensayo para el instituto, digo tedioso porque debo hablar sobre algo que no me interesa y no soy muy bien escribiendo sobre algo a lo cual no le consigo razon para hablar de ello.Pero bueno, hago la portada, escribo mi nombre, Daniel corwel.
Mi padre me decía que era un nombre que se le había dado a un antiguo vikingo, si, de esos con la barba hasta el pecho, temerario, fiero y además poeta, el mejor de sus tiempos, aseguraba Elías Corwel, mi padre.
Yo eso de ser fiero y temerario no está en mi, pero el escribir si.
Mi padre antes de su muerte me enseñó el secreto de los libros, en ese momento no comprendía que secretos puede ocultar algo que su fin es dar a conocer todo sobre su contenido, pero me encantaban sus historias.
Mas cuando de misterio, investigación y crimenes se trataba. A mí por otro lado, no cuento historias, solo las escribo, y plasmo en una agenda.
Me gusta escribir sobre lo que veo, describir a las personas, un objeto, lo que sea, me gusta observar y ser detallado, a veces miro a las personas que describo y los lugares que veo y...
No hago nada, digo, solo los observó, cada persona es diferente, cada lugar es recurrente, no es que sea un loco psicópata asesino que mira a las personas haciendo su desquiciada eleccion del próximo desafortunado y analiza los lugares para hacerlos adecuados para el inicio de su crimen, yo no hago eso, solo me gusta intuir sobre los otros, y me da curiosidad saber el porqué de algunas cosas, solo me gusta observar mi alrededor.
10:00pm revela mi móvil, y mi ensayo sorprendentemente ya está casi listo, solo algunas líneas y...
¡Tok... tok... tok!... Me quedo en mi cama, sentado, escuchando golpes en la ventana, no son seguidos, lo que me dice que el causante de estos no esta cerca. Alejo el ordenador hasta el otro lado de mi cama y me pongo de pie en dirección hacia la ventana.
Bruscamente abro las persianas y miro hacia el jardín, por un momento creo ver algo en los árboles que dan con la cerca de madera que divide el jardín de mi casa y del vecino. Pero al momento solo veo a mi mejor amiga, Celia, no me sorprende que venga a irrumpir en mi casa a estas horas ya que la mayoría de las veces, me busca cuando en la suya hay problemas.
– ¿Me dejaras pasar o me dejaras aquí afuera? – pregunta Celia elevando la voz para que pueda escucharle.
Le tiendo un escalera de madera que no parece muy confiable pero nos ha servido desde siempre.
Ella sube y le doy un abrazo. Suelta un suspiro, la siento aliviada.
Desde que empecé el instituto ella fue la única que se me acercó para hablar y no cree que soy raro por mi extraño pasatiempo.
No era muy sociable para esos tiempos (cosa que no ha cambiado demasiado), pero lo eh mejorado... Un poco, me la paso más en la biblioteca y Celia siempre busca las maneras de hacerme compañía y sacarme algunas carcajadas, es bueno tenerla en mi vida.
–¿Hacías el ensayo para Ruth? –pregunta Celia abriéndose paso a toda mi habitación.
Ruth era el segundo nombre de nuestro profesor de procesos industriales, era un señor de poco más de 50 años pero no menos de 40, con una barba de candado afeitada con meticuloso cuidado, piel morena por la exposición al sol que es muy normal en esta ciudad en dónde hace un sol que puedes volverte color pasa en unos días si no te cubres lo suficiente. El tipo solo llega al aula, saca su ordenador, imparte sus clases con explicaciones mediante de diapositivas y un puntero laser (que en ocasiones no sabía usar) y siempre llevaba una camisa abotonada y su carnet de profesor. Uno de los buenos, solo debías entregar todo a tiempo y no te jodia' la existencia.
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No sé qué veas - Ante Tus Ojos No Siempre Está La Verdad.
Diversos¿Se puede confiar en las personas? ¿En quien amas? Esto es una metáfora, No sé qué veas de mi o en él, en quién sueñas o a quién deseas, un asesino no dejará de matar, por más que se esmere en ello, los secretos pueden guardarse, pero siempre saldrá...