El camino es llevadero y el sonido de las voces de las chicas es casi inaudible.Salgo de mi descanso en seco al sentir que la camioneta se detiene de golpe.
– Daniel, ya llegamos, despierta– anuncia Celia desde su asiento para luego bajar de la camioneta.
Todos salimos de ella y nos dirigimos hacia el centro comercial, yo me resago un poco para atarme las trenzas de los zapatos y Celia al verme me espera.
– No puede ser– escucho a Isy hablar mirando su móvil mientras que yo me levanto y sigo la caminata hasta la entrada.
Celia se situa a su lado mirando el móvil de Isy.
Ellas susurran algo que no alcanzo oír y les pasó por el lado, pero al notar que no caminan giro esperando que se incorporen.
– Ok vamos– dice finalmente Isy tomando a Celia de la mano y pasan por mi lado.
Ellas toman la delantera entrando al centro comercial y yo las sigo, con pasos más lentos.
El centro comercial bella vita es grande, lujoso y abarca muchas tiendas de ropa y zapatos en la parte de arriba. En la planta baja estan todos los puestos de comida que puedan estar en un centro comercial de esta categoría.
Celia y Isy van directo a una tienda de ropa que no me preocupo por ver su nombre.
Pasamos a la tienda y yo me quedo en la entrada mientras que ellas van hacia los estantes de pantalones y accesorios.
Yo me quedo mirando el lugar y llegando a una sección pequeña dedicada para los hombres.
Mirando algunos anillos de plata con una pequeña daga bordada, escucho una voz a mi derecha:
-– Puedo ayudarte en algo.
Volteó y miro a una chica de piel blanca un tanto bronceada, con el cabello negro recogido en una cola despreocupada, lleva su uniforme y los brazos cruzados y una expresión de "maldito trabajo de mierda" que intenta esconder con una pequeña sonrisa.
– Solo miro, gracias– le digo a la chica y sigo pasando por los estantes.
La chica se va hacia el mostrador de la entrada en pasos rápidos y firmes.
– ¿Que tal?– escucho la voz de Celia, que me muestra un pantalón que lleva en sus manos sosteniendolo a la altura de su cintura para medir el largo.
– Se ve bien, ¿Te lo compraras?– le pregunto.
– Estoy pensando, me gusta este, pero también quiero otros tops– dice llevándose una mano al menton en gesto pensativo– ¿Tu que dices, me lo debería comprar?.
– Depende, si ese pantalón es lo que más te gusta, compralo sin dudar, pero si quieres primero unos tops, deberías comprar primero eso y luego el pantalón en otra ocasión, si te compras el pantalón ahora solo lo usarás unas dos o tres veces en dos semanas, en cambio los tops, podrás jugar con ellos al combinarlos con otras prendas que ya tengas a tu alcance y usarlos un poco más– le digo mirando una sección de camisas negras.
– Tienes razón, igual me lo puedo comprar la semana entrante, gracias Daniel, ¿Que haría sin ti?– agradece.
– Seguro tendrías problemas con que comprar y como ahorrar o probablemente estarías perdida, pero no hay de que, siempre es un placer.
Ella me mira con los ojos entrecerrados y una sonrisa pequeña en sus labios.
Si eras de las personas que detallaban mucho a los demás, encontrabas en Celia muchas cosas diferentes, expresiones que cambian y otras que permanecen, como sus labios, finos pero carnosos que esconden una sonrisa amplia y de tranquilidad, como sus hombros se tensaban al sentir el frío y su rostro, una comparación con el atardecer sería lo más acertado para comparar su rostro que se ilumina cuando sus ojos chinos miran algo que le gusta o le alegra.
ESTÁS LEYENDO
No sé qué veas - Ante Tus Ojos No Siempre Está La Verdad.
De Todo¿Se puede confiar en las personas? ¿En quien amas? Esto es una metáfora, No sé qué veas de mi o en él, en quién sueñas o a quién deseas, un asesino no dejará de matar, por más que se esmere en ello, los secretos pueden guardarse, pero siempre saldrá...