🎀Había una vez🎀

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No te puedes quedar aquí.

Camelot, siglo XII

Su mejor amiga y doncella, una joven envuelta en magia relacionada a la muerte, minutos atrás le llevó la peor noticia de todas. Arabella no lo quiso creer hasta que noto en su mirada llena de lagrimas que ella misma verifico que era tan cierto como doloroso.

Ya llevaba una vida en el castillo, antes de los nueve años, era ordinaria siendo parte de la servidumbre. Y luego de que un familiar de sangre quisiera acabar con ella por lo que se escondía en su interior, dejo de estar detrás de quien servía.

Una mujer de poder, la salvo, la cobijo, y le enseño. Le obsequio aquello que había perdido sin saberlo, le dio una familia y un hogar.

La salvo de una muerte segura por lo que era, una bruja rara.

Le dio el calor que le faltó por mucho tiempo, Arabella se refugió en ella cuando el mundo se hacia desolador.

Le enseñó la belleza de lo que se guardaba bajo su piel. El valor de la magia, de su magia casi extinta.

Y Como algo que creyó que iba a perdurar para siempre, de la noche a la mañana, todo eso desmorono.

Arabella se había olvidado de las malas noticias tan graves como esa. Pues no se comparaba con irse de viaje porque el rey creía que necesitaba una mejor enseñanza que la enderezada, para así ser la princesa perfecta.

La muerte de su salvadora, de su mentora, de su madre, le arrebato el peor de los dolores, y le produjo un vació, que con sabor amargo, supo que lo sintió alguna vez. Uno que vivió alguna vez, pero que no tenia presente.

Y ahora sin su madre, las miradas recaían sobre ella.

Sabia que Morgana, su madre, no se llevaba bien con el rey Arturo, el hermano, por asuntos de ideología mágica.

Ella deseaba un mundo libre, donde la magia no sea mal vista, y ningún otro ser se deba esconder.

Él aborrecía la magia. Desde pequeño, y peor aun cuando fue esta quien le arrebato la vida a la mujer que mas amo. A la reina.

Arabella nunca creyó que la tuvieran que hacer elegir. Entre serle fiel a la mujer que amo, o al reino que la acepto.

Serle fiel a ella era ser enemiga del reino. Arabella era consciente de que para demostrar que no estaba contra Camelot debía batallar en la guerra contra la magia, contra lo que ella era, contra lo que Morgana alguna vez le enseño.

Entonces sus miedos la condujeron a una única salida. Irse, no ser parte pese al amor que sentía por su creadora, y por su hogar.

Arabella no iba a elegir, si podía huir.

Y como un ultimo acto de amor verdadero, el cual esperaba a ser correspondido, le pidió a quien le entrego el corazón que se fuera con ella. Juntos, de la mano, podrían hacer su propio hogar.

Era al aprendiz de Merlín, hechicero consagrado que repudiaba a Morgana, a quien le pidió entre lagrimas de dolor que se marchara con ella. El silencio que se produjo hasta que él dio una respuesta, no solo le fue doloroso, sino que le basto para saber que le iba a decir.

No se podía enojar con él. Pues el joven aprendiz amaba a Merlín, como la bruja amaba a Morgana. El viejo hechicero también fue un salvador, y luego el padre que no tuvo. Y cuando le dijo que no, tan rotundo, y sin dudar, Arabella lo comprendió.

Un ultimo beso, una ultima lágrima, y con el pesar de haberlo perdido todo en tan poco tiempo, se marcho para dejar de ser una princesa, y ser la bruja capaz de llevarse por delante el mundo.

Un mundo cruel, pero Arabella dejo de tenerle miedo cuando mas nada le quedó.    

Quedarse Quieta, el origen de una bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora