10, ¿Dónde estas Morgana?

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¿Dónde estas Morgana?

El día que Morgana le pidió aquella piedra, no supo para que la quería. En ese pedazo de Avalon no sintió nada que antes no. No lo creyó especial, ni más mágico que cualquier otro objeto que alguna vez toco.

Sin embargo, cuando Morgana le obsequio el collar, con la piedra trabajada. Labrada, y brillante. Hermosa y poderosa. Era una joya con magia que antes no sintió cuando la tuvo en sus manos.

—Esta joya te ayudara con la magia que llevas —dijo Morgana—. La hice para que haga mi trabajo, cuando no este.

Arabella giro para verla, y sonreírle. Mostrándole la joya como si fuera mas importante y hermosa que la corona que llevaba sobre la cabeza. Aun así, lo que le dijo su madre, le hizo pensar.

—¿Cuándo no estes? —pregunto.

Morgana se puso a la altura de su mirada. En sus ojos marrones encontraba tanta vida, magia, poder, que le costaba creer que estuviera centrado en una niña como ella. En una criatura que no tenia idea de lo que se escondía, y solo veía a la magia como un canal para la diversión.

—Algún día no estaré, niña —dijo, y le sonrió con pena—, pero tu seguirás donde yo me quede, y cuando eso suceda, este collar te va a respaldar. Te protegerá de la magia que tomes, y la magia que te toque. Promete que nunca te lo vas a quitar.

Arabella asintió, y la abrazó, tomando por sorpresa a la hechicera. Pasarón algunos años desde que la acogió, y cada día que pasaba algo despertaba en ella, que le era contradictorio con los planes que tenía.

Un día le dijo madre, y Morgana la reconoció como su hija, su mas perfecta creación. Aquella que labro hasta hacerla relucir, y que fuera la mas hermosa entre todas las brujas. La tomó y moldeo, para que fuera poderosa. Arabella fue el pedazo de carbón que transformo en un diamante.

Y Arabella hacia todo lo posible para brillar y demostrarle que podía ser esa joya que tanto profetizaba la hechicera.

A pesar de los jarrones rotos, y que no siempre actuaba con la altura que se esperaba, y veía la decepción reflejada en su mirada verde.

A pesar de no siempre dar con el potencial mágico, y tratar de sacar energías de lugares inhóspitos.

A pesar que a veces Morgana le exigía hasta las lágrimas, y ella se las daba para verla sonreír, para tener esa pizca de aprobación que le hacia seguir adelante.

Y, sobre todo, por haberse enamorado del aprendiz de Merlín.

Si ella alguna vez le causo contradicciones a la hechicera, Morgana tomaba todo y producía un caos de dudas. Era la madre mas dulce, y la mentora más exigente. Y aun cuando ella desapareció, Arabella trato de hacer el camino que se tenia hablado. Sin desviarse, hasta que lo hacia y volvía, mas enojada y con miedo de alejarse, pese a que no la tenía al lado, ni mucho menos presente.

Ser la hija de Morgana, quizás para la hechicera significo una garantía de que alguna vez su legado continuaría, pero para Arabella fue una cruz, una marca, imposible de sacarse de encima. Por más miedo que causara su magia; por mas hermoso que fuera su rostro, aun lastimado; por mas que hiciera lo que hiciera, lastimara a quien fuera, destruido cualquier reino, maldecido hasta a los seres más tenebrosos, tenía ese título.

Nada era hecho por ella, todo era gracias a su madre.

—¿Qué acaba de suceder? —se preguntó.

Quedarse Quieta, el origen de una bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora