16, Exorcismo y brujería avanzada.

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XVI

Exorcismo, y brujería avanzada.

|Paint it, black|

Camelot.

Siempre fue una niña curiosa, aun cuando no era parte de la realeza, todo a su alrededor llamaba su atención. Con los años, aquel sentido se fue calmando, hasta que con apenas catorce descubrió algo que si o si debía leer. El libro de Morgana, sitio donde, entre sus páginas, la hechicera guardaba los secretos de su magia.

Una tarde, creyendo que nadie la vigilaba, se infiltro a esa zona de la biblioteca en donde no tenía permitido el paso. Con cuidado, se acerco a donde el libro reposaba majestuoso, esperando a ser leído.

Arabella lo vio con atención. El cuero de la tapa estaba teñido de violeta oscuro. Sus bordes dorados brillaban como si fueran oro. Pero ella sabia que el verdadero tesoro se ocultaba entre sus páginas.

Tentada a llenarse con su contenido, acerco su infantil mano, y fue cuando sintió una sombra brotar desde lo mas oscuro.

—¿Qué crees que haces, jovencita? —preguntaron detrás de ella.

Aquella voz la recorrió como un escalofrío, y volteo enseguida para encontrarse con la furiosa mirada verde de su madre.

—Yo, yo —balbuceo—, solo quiero ver que hay.

Quiso poner la mano sobre la tapa, y Morgana la detuvo. La mujer se sintió tan burlada como orgullosa de la falta de respeto de la niña. Según ella estaba bien que no hiciera caso a un no, pero no cuando venia de su lado. La hechicera la incitaba a que fuera mas allá de las palabras que buscaban detenerla, aunque no le gustaba que sus límites sean los rebasados.

—No hay nada para ti —dijo, y tomó el libro—. Esta magia no es algo que tu puedas manejar.

—No si tu me lo niegas —dijo Arabella, enojada.

—Te lo niego, porque se de lo que hablo —dijo Morgana.

Puso esa mirada en donde Arabella se sentía la niña mas pequeña de todas. Morgana la veía con aires de alteza, que lejos de ser la realidad, a ella no le gustaba para nada. Odiaba ver en su madre la mentora estricta.

—No sabes de lo que hablas. Me mantienes alejada porque temes a que termine como tu —dijo Arabella.

Morgana la vio con enojo, y frunció el ceño. Se inclino hasta quedar cerca de ella, y leer el terror de haber abierto la boca, en sus ojos marrones.

—Si terminas como yo, me sentiría mas que orgullosa —murmuro—. Pero te cuido de lo que hay dentro de este libro. No estás lista para esto, eres una niña irreverente con magia en igual de condiciones. Arabella, no me voy a arriesgar a que te lastimes tratando de controlar lo mismo que yo.

—¿Es por qué soy bruja? —gimoteo Arabella.

Morgana guardo el libro lejos de la vista de Arabella, y la obligo a salir de la biblioteca.

—Ser bruja te da ventajas que a mi como hechicera se me niega —dijo—. Y a veces, esas ventajas en brujas de tu tipo, suelen ser una desventaja con ciertas magias. Te faltan años de practica para manejar las sombras sin que estas te manejen a ti.

—Oh, que aburrido —se quejó.

—Si, piensa lo que quieras —dijo Morgana—. Ahora será mas aburrido porque estas castigada por fisgona.

—Madre —exclamo.

—Nada de magia por una semana —ordeno con severidad—. Y si llegas hacerla, en lo que sea, me daré cuenta y prolongare por más tiempo el castigo.

Quedarse Quieta, el origen de una bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora