15, Ella está aquí.

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XV

Ella está aquí.

|I was made for lovin' you|

Una parte de la noche trabajando junto con Hisirdoux estuvo llena de coqueteo silencioso, y miradas cómplices. El resto de compañeros de trabajo no parecían incomodos de verlos sonreírse como tontos enamorados, mas bien esperaban que pronto algo así sucediera.

Pero a unas horas de terminar el trabajo, Arabella se sintió mas cansada de lo usual. Iba a un paso más lento, y pidió que la dejaran en la cocina para hacer la limpieza.

—¿Te llevo? —pregunto Hisirdoux—, tengo la motocicleta aquí a la vuelta.

A Arabella se le hizo una idea tentadora, pero un bostezo delato el malestar del momento.

—¿Te importa si dejamos esto para mañana? —pregunto, abrazándolo por la cintura—. Quiero llegar a casa y dormir. Aunque dormir contigo es taaaaaan ...

Él sonrió y le dio un beso en la frente, que Arabella lo sintió como la muestra de cariño y compresión mas pura hasta el momento. Si buscaba no derretirse en sus brazos, no lo estaba logrando.

—Claro, siempre hay tiempo —dijo—, pero déjame llevarte. No puedo dejar un zombi suelto por la ciudad, se supone que era algo que había resuelto.

Ella rio, y tras ponerse el casco que le ofreció, se subió a la motocicleta. Contuvo el grito de terror que le causaba andar en ese vehículo. No era por exagerar, pero el haberse caído de una, años atrás, no le daba buenas razones para volver a montar en una otra vez.

—Bien princesa, hemos llegado —dijo, y la ayudo a bajar.

—Si, esto me hace extrañar los carruajes tirados por caballos —dijo Arabella, quitándose el casco—. Gracias dulzura, ¿Nos vemos mañana?

—Si, y seguro llegue con una sorpresa —respondió Hisirdoux, y le guiño un ojo.

—¿Sera un carruaje?

—Ya lo veras.

Un ultimo beso, y Arabella espero a que desapareciera en la oscuridad de la calle solitaria. Dio un soplido, algo cansada y muy enamorada.

Se apuro a llegar a su departamento. Entro, se saco las zapatillas, y desprendió cada botón de la camisa. Se tiro en la cama, haciendo que White diera un brinco en el lugar.

—Buenas noches, ¿Dormiste bien? —le pregunto.

Paso una mano por el suave pelaje blanco, sintiendo lo cálido de este. Cerró los ojos, dejándose llevar por el cansancio, queriendo dormirse de inmediato. Hasta que recordó que también quería darse un baño, llenar una bañera de espuma y relajarse bajo el agua.

Al querer abrir los ojos, no pudo mover su cuerpo, tan solo parpadear, y notar que White estaba tan petrificada como ella. El departamento se torno oscuro, y el aire pesado. Se hundía dentro del colchón, no pudiendo respirar de manera normal.

—Hija mía —susurro una voz en su oído.

La reconoció al instante, tan cálida, tan maternal, tan llena de odio, que le causo un escalofrío.

—Ven a mi —ordeno con suavidad—. Es hora de terminar lo que una vez comencé. Es hora que luches a mi lado.

Arabella emitió un sonido de angustia, creyendo que en cualquier momento la mandíbula se le iba a reventar de tanta presión. Logró hacer un movimiento de cabeza, negarse a su petición.

Una silueta dorada se formo frente a ella, y se sentó a su lado. Paso una mano por su frente, quitando algunos cabellos de su vista.

—Me rompes el corazón hija —dijo Morgana, fingiendo angustia—. Me hace doler que te opongas a mi, que trabajes con ellos —añadió—. Él romperá tu corazón, y mamá seguirá aquí.

Quedarse Quieta, el origen de una bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora