13, ¿Qué paso en ...?

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XIII

¿Qué paso en ...?

 Muy poco podía recordar de esa noche, en 1920. Algo fresco era que Hisirdoux le pidió casamiento, ella se negó para salir huyendo, y así ellos tuvieron una cena gratis. Un poco mas borroso fue la persecución que los obligo correr de una fiesta clandestina. Y casi, como si se estuviera hundiendo en una laguna, lo que paso en su departamento.

¿Por qué lloraba abrazada a Hisirdoux?

¿Por qué razón, tras un beso, dejo que se vaya?

¿Qué paso cuando la noche cayó?

De esas tres incógnitas, quizás la ultima es la que podía contestar con cierta certeza. Por años la estuvieron persiguiendo, susurrando en su oído aquel título que tanto le pesaba en los hombros.

Hija de Morgana, la única capaz de volver a traer la noche eterna, de seguir con lo que la mayor hechicera una vez inicio. Ser el cuerpo, la vasija, para ser ocupado por alguien más grande de lo que era ella.

Esa noche, en Brooklyn, donde la oscuridad era mucho mas densa. A donde fue empujada sin notarlo. En donde la magia se hacía mucho más poderosa, la capturaron. La sentaron en medio de una sala llena de gente encapuchada, que cantaban un rito que termino por abrir sus grietas.

Esa noche, donde creyó que su vida le iba a deja de pertenecer, una vez mas la vio. Tan hermosa como poderosa, que nunca podría olvidarla. Con la voz tan clara, capaz de convencerla de hacer lo que era necesario para ser aún más poderosa.

Esa noche, estuvo a un paso de pertenecerle a Morgana por el resto de su existencia, y ser la bruja que su madre siempre profetizo. Tan hermosa como poderosa.

Esa noche, Arabella supo la verdad, a la vez que se hacia humo en su cabeza. Y por años, hasta oculta de la sombra de su madre, o libre sobre la tierra, lo ocurrido en 1920 significo el punto de quiebre.

En el bar, durante la siesta, Arabella se quedo pensado. Sentía que algo le faltaba. Estaba muy tranquila, sabiendo que mas tarde se iba a encontrar con Clara.

—¿Qué ocurre? —pregunto Hisirdoux.

Arabella llevo su vista a él y pestañeo, volviendo a la realidad del momento. Lo vio por un instante, y le sonrió

—¿Qué, que pasa? —insistió el pelinegro, respondiendo a su sonrisa.

—Nada, solo pensaba en algo —dijo ella—. Algo falta, ¿no?

—En mi —dijo él con seguridad—, como no.

Ella negó, y trato de ocultar la sonrisa que nacía gracias a él.

—Si, quizás estoy pensando en ti —respondió—. ¿No te cansas?

—¿De qué?

—De dar tantas vueltas en mi cabeza —dijo ella, y se arrimó.

No había nadie allí, y estaba tan cerca de él, que se dejó embriagar por su fragancia, y las ganas de romper esa barrera, que poco a poco se fue debilitando, y aun así se seguía sosteniendo.

Hasta que recordó, porque aquel sentimiento de que algo le faltaba. Apurada, se marchó, no sin antes dejarle un fugaz beso en la mejilla.

—Cúbreme, cariño —exclamo antes de desaparecer.

Cayo en cuenta que a la idea del teatro le faltaba algo importante. No lo había notado hasta que Hisirdoux se lo hizo saber (y lo cual no le diría, para evitar burlas). Saco una libreta con las hojas más limpias que alguna vez pudo ver. La pudo comparar con su mente una mañana en la que uso aquel hechizo borra memorias.

Quedarse Quieta, el origen de una bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora