Cuando el mundo se desmorona

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(Narración en tercera persona: unas horas antes de todo lo ocurrido)
Youngjo al retirarse de la casa de su novio, partió hacia su propiedad que se encontraba algo lejos de ésta. Al llegar detuvo su motocicleta en la entrada para no tener que dejarla en el garaje, ya que solo tenía la intención de tomar algunas de sus pertenencias para partir hacia la casa de su primo, saludó a los vigilantes que aguardaban en el portón los cuales le devolvieron el saludo y le permitieron entrar, estaban acostumbrados a que el joven permaneciera fuera de su casa y llegara solo a retirar pertenencias para luego irse. El pelirrojo se adentró hacia la mansión cuando notó un auto aparcado en el garaje, de modo que lo primero que le llegó a su mente fue que no estaría solo, así que tragó una bocanada de aire y continuó caminando, al entrar por la puerta trasera se encontró con una de las mucamas la cual le indicó que había alguien esperando por él en la sala, se detuvo unos segundos para pensar si valía la pena encontrarse con esa persona o simplemente ignorar que estaba ahí y solo tomar sus cosas e irse, pero se iría con una sensación de intranquilidad, así que tomando valor se acercó hacia la sala logrando percibir a un hombre de rostro familiar.
-Vaya...que sorpresa verte aquí-insinuó el hombre sentado de piernas cruzadas sobre el sofá-¿Sabes que tienes una casa verdad?, pero pareciera que no porque vives día y noche fuera, ¿Ahora eres indigente o qué?-dijo tomando un trago del vaso con licor-Que vergonzoso es llegar a mi casa y que los sirvientes me digan que mi hijo no duerme aquí, que solo toma sus cosas y se retira sin más-se puso de pie-¡¿Quién te crees que eres?!, ¡Eres un mal agradecido!-gritó-¡¿Crees que porque mantengo fuera de casa no me entero de tus payasadas?!, es el colmo contigo-
-¿A eso viniste?, ¿Solo a gritarme todo lo que odias de mi?, ¿Acaso eres consciente del porque de mis acciones?-respondió casi de inmediato-Si, ya se que esta es mi casa, ¿Pero sabes qué?, no me importa, este lugar ¡Me enferma!, toda esta mansión me repugna en lo más interno de mi ser, prefiero dormir en una banca del parque que en una de estas malditas habitaciones-insistió apretando fuertemente los puños.
-¡Eres un!-levantó su mano rápidamente para impactarla sobre el rostro del chico, el cual por instinto logró esquivarla y tomarla-¡Sueltame!, ¡Te daré tu merecido mocoso insolente!-bramó.
-No tienes el derecho de decirme nada y peor aún, de siquiera tocarme-declaró, clavandole una mirada penetrante-No vuelvas a aparecer por aquí, ¡Jamás!, y no quiero saber que has ido a verla-apretó su agarre-¡Tú no mereces verla! ¡Maldito infeliz!-el hombre forcejeó el agarre que le hacía el chico y terminaron lanzándose golpes al aire y uno que otro jalón de cabello.
-Mocoso...de no haber sido por ti, tu madre y yo hubiéramos estado bien...¡Mierda!-bramó lanzandose hacia el suelo con el pelirrojo, gotas de sangre comenzaron a deslizarse por sus rostros.
-Tú...¡Mereces estar muerto!, lo único que has hecho es traer desgracia a nuestras vidas...nunca te importamos porque si fuese asi-jadeó-Ella no habría terminado en un hospital psiquiátrico, y yo...no hubiera acabado de esta manera-se detuvieron y el chico dejó escapar unas pequeñas lágrimas, que caían sobre el rostro del mayor que lo observaba atónito; lentamente fueron soltando el agarre hasta alejarse por completo el uno del otro.
-Yo...tengo que irme-el hombre algo dudoso tomó su saco y salió de la propiedad, el chico con las palabras en la boca y con las lágrimas contenidas se retiró lentamente hacia su habitación para continuar con lo que desde un principio había llegado a hacer.

Entró a la recamara y como de costumbre, tomó la mochila con la que solía movilizarse y metió en esta lo que utilizaría en esa semana, ya que semanalmente llegaba a la casa para tomar mudas de ropa o algunas cosas que usaría, estaba tan perdido en sus pensamientos por la discusión anterior que no notó que dentro de la habitación se encontraba alguien.
-Vaya...si que estuvo fuerte el reencuentro-rapidamente el pelirrojo abrió los ojos de par en par e inconscientemente empezó a temblar, esa voz provenía de una persona que jamás sería capaz de olvidar-¿Qué pasa?, ¿No me vas a saludar?, estas algo tenso-lentamente se acercó hacia el chico y con unas de sus manos acarició su espalda, sintiendo como su cuerpo temblaba en silencio, siguió dando caricias sobre este hasta llegar a sus pantalones y en un impulso de meter su mano, el chico lo detuvo casi de inmediato.
-Ni se te...ocurra tocarme-amenazó-Por favor...te pedire que te vayas-su voz trataba de mostrar seguridad pero era inútil, estaba al borde de los nervios.
-¿Enserio crees que me tragare esa amenaza?-lo rodeó con ambas manos y acercando su rostro hacia su oreja, la lamió-No te hagas el difícil, tú me perteneces ¿Lo recuerdas?-el tipo acarició cada parte de su cuerpo dejando escapar jadeos de placer-Sé obediente y haz lo que te pida-el hombre forcejeo para tratar de tumbarlo hacia la cama pero el chico se resistía fuertemente, Youngjo luchaba por no ceder ante el hombre que lo deseaba como un depredador a su presa, sin embargo luego de algunos movimientos el tipo logró empujarlo y con esto posicionarse arriba del pelirrojo.
-Por favor, no lo haga-insistió dejando escapar algunas lágrimas, mientras forcejeaba el agarre que este tenía sobre sus manos pero el hombre ni se inmutó ante sus palabras y poco a poco trataba de abrir sus piernas-¡Por favor Li!, ya tuvo de mi suficiente durante muchos años ¿Por qué sigue haciendo esto?-trataba de desviar su atención para quizás encontrar un escape.
-Porque me perteneces ¿No lo entiendes?, no importa cuanto tiempo pase tú serás mío y serás mi juguete sexual por todo el tiempo que quiera-susurró a su oido-Además...si tú no haces lo que te pido me encargaré de que tu madre se pudra en ese hospital-esas palabras de alguna manera despertaron al demonio que llevaba dentro, de modo que casi de un salto logró quitarse al hombre de cabello largo de encima, a lo cual reaccionó sorprendido ante su cambio de actitud repentina, sin embargo no cedería fácilmente así que volvió a tomar al chico para lanzarlo hacia la cama pero este se aferró y logró abalanzarse sobre el hombre.
-¡No te atrevas a tocarle ni un solo cabello!, si lo haces ¡Eres hombre muerto!-amenazó con un tono de voz sombrío, rápidamente antes de que el contrario se reincorporara lanzó puñetazos hacia su rostro, reventando su nariz y boca, la sangre se esparcía por su cara y en el puño del pelirrojo.
-Dejame...dejame-insistia el pelinegro-Largate...te dejaré ir...por esta vez-declaró casi por caer inconsciente, de modo que el pelirrojo lentamente fue bajando el ritmo de los golpes hasta asegurarse de que el tipo estuviera inmóvil, al confirmar que lo estaba se puso de pie pero salió de la recámara sin ninguna de sus pertenencias, tomó la motocicleta y salió de la propiedad.

𝘾𝙖𝙩 𝙡𝙤𝙫𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora